Venezuela vive una lenta agonía.
Se trata de una crisis redundante, porque ninguna agonía
es súbita. Todas son lentas.
Poco a poco se agotan los inventarios de comida,
medicinas y todo tipo de bienes necesarios para el funcionamiento normal de un país.
Es la realidad de una economía socialista que se vivió
todo el rentismo petrolero y ahora
sin vergüenza denigra de el.
Es el mismo rentismo petrolero que disfrutó Chávez en
sus mejores años y el festín que continuó Maduro cuando llego a la Presidencia.
Fueron los años del socialismo a la venezolana.
Los años dorados de la corrupción, el despilfarro y el
pillaje.
Había abundantes petrodólares para financiar el
saqueo.
Y como pago a una estabilidad política forzada se usaron dólares para importar de todo.
Al tiempo que Chávez convocaba a construir el
socialismo su gobierno desmantelaba todo el aparato productivo y la agricultura.
Hubo dólares para sustituir la producción de los
empresarios locales, enemigos jurados del régimen, e importar hasta la carne y las
papas que nos comíamos.
Ahora que no hay dólares para seguir importando el
gobierno se da cuenta de los males del rentismo petrolero.
Hasta el prudente Aristóbulo se quitó la camisa y
aseguro que había fracasado el modelo rentista, no el socialismo.
Pero es excusa no resuelve las contradicciones que se
dan todos los días en la calle ante la impotencia y la rabia de la gente al no
poder conseguir comida ni medicinas.
El gobierno sigue encerrado en su propia visión de la historia
y no ve lo que el resto de los venezolanos ven.
Mientras el gobierno sigue delirando entre conucos y
retorica el país sigue en agonía.
En este socialismo a la venezolana todo se acaba.
La comida, las medicinas...la paciencia.
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