Así de sencillo.
El juego de la oposición
se tranca cuando se topa con estamentos institucionales controlados por el chavismo.
El TSJ bloqueará
cualquier iniciativa, aunque sea legal y Constitucional, para adelantar un cambio
de gobierno.
El CNE dirá que hay un cronograma
pero no hay dinero para las elecciones.
Las FANB, aunque divididas
en cuatro pedazos, seguirán sosteniendo a un régimen que las ha mimado y
consentido con prebendas y privilegios.
El PSUV sabe, por
supuesto, que desde el momento que abra el cauce para discutir un cambio de
gobierno no habrá retorno.
Por eso, aunque haya un
sentimiento desesperado por sobrevivir al colapso político en el PSUV se impone
la lógica de demorar lo que parece inevitable.
Este año. El próximo o
cuando sea.
En algún momento habrá
elecciones y la derrota promete ser brutal.
Pero mientras tanto el chavismo
en el poder maneja los resortes institucionales para hacer el proceso viable o
no.
Y mientras eso sea así, será
una realidad inevitable para la oposición.
Pero, ¿acaso hay algún
incentivo en el oficialismo para sentarse a conversar con la oposición las
condiciones de su propia muerte?
Solo algunos sectores
del oficialismo con un horizonte político de 10-15 años y cuya influencia hoy parece
muy limitada podrían, eventualmente, sumarse a la tesis de la transición.
Hoy Henry Ramos Allup y
Rafael Poleo, dos pesos pesados de la política criolla, asoman lo que seria la
apuesta final de la oposición.
En dos artículos
diferentes publicados en el Nuevo País de hoy Ramos Allup y Poleo sugieren que
la transición democrática solo será posible por la vía de un pacto consensuando
con el PSUV y las FANB.
Esto es una realidad cuya
validez ya existía antes, durante y después del 6D.
En la actual coyuntura y
con la actual correlación de fuerzas la oposición por si sola no tiene la energía
suficiente para provocar ese cambio de gobierno que todo el país pareciera
querer.
Entonces, abrirse a
dialogar sin complejos son sectores chavistas políticos y militares es lo
correcto para tratar de cambiar esa correlación de fuerzas y desbloquear la
iniciativa de la transición.
Aunque el enfoque parece
correcto no viene libre de complicaciones.
Una es el sentido de la
oportunidad. ¿Es este el momento adecuado para tener esa conversación con
sectores chavistas? ¿O quizás lo fue el 7D luego del abrumador triunfo de la oposición?
¿Esperar a que maduren las condiciones políticas (agudización de la crisis)
para ofrecer un esquema de supervivencia al chavismo? Pero ¿Es este el mejor
momento para tratar de abordar este tema con facciones que se amarran una a
otra para tratar de salvarse?
La otra complicación es quizás
la más sensible: Los incentivos. ¿Cual es el incentivo de sectores del PSUV y
la FANB para dar un giro con posibles repercusiones suicidas? ¿Cual es la razón
para que miembros de otros estamentos tales como el TSJ o el CNE cambien su
voto y desbloqueen la propuesta de la enmienda o el revocatorio? ¿Dinero? ¿Seguridad?
¿Inmunidad?
Pareciera casualidad que
justamente ayer Leopoldo López publicase un articulo en el Washington Post delineado
ideas para la transición política en Venezuela.
Pero una de las
propuestas que destaca es que no todos los chavistas incursos en delitos deben
pagar por igual. López siguiere que la responsabilidad y el castigo deben ser
aplicados a quienes cometieron delitos graves.
Aunque queda en el aire
que es un “delito grave” es clara la intención de comenzar a construir un puente
político y emocional que le permita a algunos chavistas en el poder cruzar de
una posición a otra.
¿El incentivo? Inmunidad.
La certeza que a pesar que su conducta es condenable no serán sometidos a
procesos judiciales y sus familias no serán acosadas.
Es una conversación
privada con gente influyente en el gobierno mas o menos en estos términos: “No chico,
lo que tu hiciste es nada comparado con lo de Diosdado Cabello...” por citar un
ejemplo.
Por eso desde hace meses
altos jerarcas del gobierno, precisamente como Diosdado Cabello, han
desarrollado un discurso para curarse en salud: “Camaradas, la derecha no viene
solo por mi cabeza. Ellos vienen por las cabezas de todos nosotros.”
Muchos como Diosdado
saben que si llegase a ocurrir algún tipo de arreglo entre gobierno y oposición
no hay cama a tanta gente.
Habrá sacrificados.
Y hay que decidir
quienes serán.
Por eso, para ellos lo
mejor es jugar al espíritu de cuerpo o como reiteradamente lo dice Jorge Rodríguez:
“Si aquí muere uno morimos todos.”
Si los aspectos de incentivos
y distribuían de las culpas se resuelven en negociaciones gobierno-oposición
seria posible desbloquear el camino para una transición democrática, bien sea
enmienda o revocatorio.
Sera uno u otro dependiendo
que ofrezca menos dolor y sacrificio al régimen que agoniza.
Mientras no haya un
pacto que incluya al chavismo y cambie la correlación de fuerzas el escenario más
probable es que este año no haya ni consulta popular ni elección de
gobernadores.
En otras palabras, el régimen
sigue debilitado, pero en el poder.
Así las cosas no hay
posibilidad de ir hacia adelante o hacia atrás.
Con el juego trancado la
única posibilidad es que todo vaya hacia abajo.
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