lunes, 15 de febrero de 2016

No es golpe, es implosión


El fin de semana aumentaron los rumores sobre la posible renuncia de Maduro.
Los rumores cobran fuerza viral cuando los voceros de la información son calificados conocedores de las interioridades del chavismo como Miguel Salazar y Nicmer Evans.
Miguel Salazar difundió en varios tuits la información de posibles presiones para obligar a renunciar a Nicolás Maduro.
En esos mensajes hace referencia a movimientos que no duda en calificar de golpe de estado.
Por su parte Nicmer Evans ha venido elaborando sobre la tesis de la renuncia como una salida ética para salvar la revolución.
Evans pone el dedo en el corazón del asunto al comentar que en definitiva es al pueblo a quien le corresponde juzgar a un régimen que ya perdió toda legitimidad.
Quienes no tenemos el privilegio de acceso a informaciones clasificadas desde adentro del régimen tenemos que captar las claves y signos de la crisis a través de la conducta subyacente de sus actores.
Nuestra observación más simple es que el régimen luce paralizado.
Maduro lleva ya dos meses anunciando que va anunciar medidas económicas y no anuncia nada.
Observamos las crecientes contradicciones entre los miembros del equipo de gobierno.
Palpamos la incapacidad para tomar decisiones en momentos que el país se viene abajo en su más profunda crisis económica.
Leemos que miembros del alto gobierno como el Ministro Salas comienzan a soltar prenda y admiten que el régimen esta en una fase de desgaste y es necesario rectificar.
Vemos a un régimen con funcionarios agotados, cansados, vapuleados y en la lona como si pidiesen a gritos que termine la pelea.
Independientemente de la naturaleza de las presiones desde el PSUV o las Fuerzas Armadas para que Maduro renuncie no vemos esto como un golpe militar.
Mas bien lo que esta ocurriendo ante nuestros ojos es la implosión del régimen.
El derrumbe lento y doloroso de toda la estructura oxidada que por años mantuvo la fachada del socialismo bolivariano.
La renuncia de Nicolás Maduro a la Presidencia de la República esta planteada, pero no como una decisión personal de quien se siente derrotado.
Es obvio que Maduro no quiere renunciar y se niega a admitir el fracaso.
Pero a estas alturas el no se debe a si mismo.
Maduro es el resultado de un complejo entramado de intereses políticos y militares que hoy posiblemente estén reunidos en alguna parte decidiendo su destino.
Si renuncia no será para complacer a María Corina o a la oposición.
De ser esta la expresión final de la implosión del régimen chavista se trataría de una ultima jugada para provocar un proceso que acelere el referéndum y sea el pueblo quien en definitiva decida el destino de la república.
En esto, por razones distintas, gobierno y oposición finalmente podrían coincidir.
La renuncia de Nicolás Maduro, tal como lo hemos dicho en otras oportunidades le permitiría al PSUV gobernante controlar buena parte del proceso y tratar de negociar ciertas cuotas de poder e inmunidades para no perderlo todo.
Esa es una negociación que aunque suene oprobiosa y detestable podría ser la llave que finalmente abra el candado que tiene al país trancado en una olla de presión.
Además la realidad es que no habrá transición pacifica sin negociación.
El régimen implosiona, pero aun así el chavismo es una realidad política y social con la cual habrá que lidiar si se aspira aun mínimo de gobernabilidad.-

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