El fin de semana aumentaron los rumores sobre la posible renuncia de Maduro.
Los rumores cobran
fuerza viral cuando los voceros de la información son calificados conocedores
de las interioridades del chavismo como Miguel Salazar y Nicmer Evans.
Miguel Salazar difundió
en varios tuits la información de posibles presiones para obligar a renunciar a
Nicolás Maduro.
En esos mensajes hace referencia
a movimientos que no duda en calificar de golpe de estado.
Por su parte Nicmer Evans
ha venido elaborando sobre la tesis de la renuncia como una salida ética para salvar
la revolución.
Evans pone el dedo en el
corazón del asunto al comentar que en definitiva es al pueblo a quien le
corresponde juzgar a un régimen que ya perdió toda legitimidad.
Quienes no tenemos el
privilegio de acceso a informaciones clasificadas desde adentro del régimen tenemos
que captar las claves y signos de la crisis a través de la conducta subyacente
de sus actores.
Nuestra observación más
simple es que el régimen luce paralizado.
Maduro lleva ya dos
meses anunciando que va anunciar medidas económicas y no anuncia nada.
Observamos las crecientes
contradicciones entre los miembros del equipo de gobierno.
Palpamos la incapacidad para
tomar decisiones en momentos que el país se viene abajo en su más profunda
crisis económica.
Leemos que miembros del
alto gobierno como el Ministro Salas comienzan a soltar prenda y admiten que el
régimen esta en una fase de desgaste y es necesario rectificar.
Vemos a un régimen con
funcionarios agotados, cansados, vapuleados y en la lona como si pidiesen a
gritos que termine la pelea.
Independientemente de la
naturaleza de las presiones desde el PSUV o las Fuerzas Armadas para que Maduro
renuncie no vemos esto como un golpe militar.
Mas bien lo que esta
ocurriendo ante nuestros ojos es la implosión del régimen.
El derrumbe lento y
doloroso de toda la estructura oxidada que por años mantuvo la fachada del
socialismo bolivariano.
La renuncia de Nicolás
Maduro a la Presidencia de la República esta planteada, pero no como una decisión
personal de quien se siente derrotado.
Es obvio que Maduro no
quiere renunciar y se niega a admitir el fracaso.
Pero a estas alturas el
no se debe a si mismo.
Maduro es el resultado
de un complejo entramado de intereses políticos y militares que hoy
posiblemente estén reunidos en alguna parte decidiendo su destino.
Si renuncia no será para
complacer a María Corina o a la oposición.
De ser esta la expresión
final de la implosión del régimen chavista se trataría de una ultima jugada
para provocar un proceso que acelere el referéndum y sea el pueblo quien en definitiva
decida el destino de la república.
En esto, por razones
distintas, gobierno y oposición finalmente podrían coincidir.
La renuncia de Nicolás
Maduro, tal como lo hemos dicho en otras oportunidades le permitiría al PSUV
gobernante controlar buena parte del proceso y tratar de negociar ciertas
cuotas de poder e inmunidades para no perderlo todo.
Esa es una negociación
que aunque suene oprobiosa y detestable podría ser la llave que finalmente abra
el candado que tiene al país trancado en una olla de presión.
Además la realidad es
que no habrá transición pacifica sin negociación.
El régimen implosiona,
pero aun así el chavismo es una realidad política y social con la cual habrá
que lidiar si se aspira aun mínimo de gobernabilidad.-
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