La incapacidad de Nicolás
Maduro para tomar decisiones ha fomentado las más extrañas alianzas de fuerzas que
luchan para derrocarlo.
Se observa como desde la
base del chavismo hay un profundo rechazo a su gestión.
Es peor cuando se
explora en el universo opositor o en el gran país.
Hay consenso.
Maduro debe salir o
renunciar.
Pero ¿Por que?
¿Que amalgama a sectores
chavistas y opositores para exigir su sustitución?
El país esta sumido en
una profunda tragedia.
No hay respuestas.
No hay decisiones.
Maduro habla, mucho y
decide muy poco.
Cada vez que se sienta
frente a las cámaras en los salones de Miraflores para decir algo tiene que ponerle la cara no solo a sus ministros
sino a todos los venezolanos.
El sentimiento ha mutado
de rabia a lástima.
Lástima por quien desde
ya se sabe será irremediablemente pagara por el fracaso del régimen.
Pensamos que en el seno
del gobierno y el PSUV iban a tardar más tiempo en entrar en la lógica de la renuncia-salida
como opción para sobrevivir al colapso político.
Pero eso es ya un tema
que abiertamente se habla en sectores oficialistas.
Incluso con delicada
sinuosidad Herman Escarrá logró introducir el tema en los cuarteles.
El vacío de poder y las
decisiones contradictorias en materia económica agudizan la volatilidad política.
Poco a poco se va
configurando una nueva realineación de poderes que parecen coincidir en que Nicolás
Maduro debe renunciar.
O salir.
De alguna manera.
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