En sus desvaríos mesiánicos
el comportamiento de Hugo Chávez siempre fluctuó entre miserias y grandezas.
Cuando la bonanza del petróleo
parecía eterna Chávez fue el gobernante más generoso y dadivoso que haya
conocido el Caribe.
Pero mientras regalaba petrodólares
a otros países su pueblo comenzaba a ser víctima de privaciones.
Esa mezquindad endógena
tuvo su primer asomo en Diciembre de 1999.
En plena tragedia del
deslave de Vargas y con un estado de calamidad pública varios países, entre
ellos los Estados Unidos, enviaron aviones con medicinas, comida y ayuda humanitaria.
En una actitud
incomprensible Chávez rechazó esa ayuda y los aviones, que estuvieron esperando
a ser descargados en Maiquetía por 4 días, regresaron tal como vinieron.
Y así nació la V República.
Con una inmensa mortandad
de gente que nunca recibió medicinas ni comida a tiempo.
Hoy la historia se
repite.
Los caprichos de Chávez
de negarse a aceptar ayuda humanitaria extranjera se ha convertido en doctrina.
Es insólito que haya que
rogarle picantemente al gobierno que por favor acepte la ayuda humanitaria que
le ofrecen a Venezuela desde otros países.
Tampoco ha mostrado interés
en coordinar con la Organización Mundial de la Salud para envío de medicinas a
pesar que la organización esta a la disposición.
¿Por que?
¿Orgullo socialista?
¿Simple mezquindad?
¿Indolencia?
En diversos reportes vía
redes sociales se han reportado mas de 30 recién nacidos fallecidos esta semana
como consecuencia de la falta de medicinas en diferentes hospitales del país.
Macabra coincidencia que
los días finales de este régimen estén marcados con el mismo rito de su origen:
La muerte.
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