jueves, 4 de enero de 2024

Voluntarismo

El voluntarismo es una teoría filosófica y una praxis. Como teoría filosófica el voluntarismo le otorga más importancia a la voluntad que al entendimiento o la razón. Como praxis política el voluntarismo hace énfasis en el deseo personal basado en la voluntad, por encima del análisis racional de las posibilidades reales o del contexto en el cual se está inserto.

Algunos exponentes del voluntarismo incluyen a filósofos como Schopenhauer, Nietzsche, y Kierkegaard, entre otros.

En la política el voluntarismo puede aparecer indistintamente en grupos con concepciones idealistas o materialistas, o de izquierda o derecha, como un subproducto del ejercicio pragmático y acrítico de la acción que se enmascara en sofismas seductores tales como “querer es poder”.

A pesar de las engañosas bondades del voluntarismo que atribuye el cambio a la única, férrea e indómita voluntad del hombre la realidad nos plantea una confrontación dialéctica entre nuestros deseos (planes y programas) y los complejos contextos en los cuales nos desenvolvemos (la realidad).

Así el voluntarismo se nos revela más que como una virtud como una verdadera tara para la praxis política desde el momento en que presupone que la realidad se puede sustituir a fuerza de voluntad.

Esta es una discusión de total actualidad en Venezuela hoy, cuando hay fuerzas que insisten en llamar a votar para lograr el cambio político, a sabiendas de que no existen condiciones ni garantías políticas o institucionales.

Los voluntaristas dicen que es mejor ir a votar sin garantías que quedarse de brazos cruzados. Para alimentar su débil argumento dicen que votar es la única forma de lucha ciudadana para el cambio político y además ponen toda su fe en un milagro, literalmente. 

Lo opuesto al voluntarismo no es el escepticismo o la resignación a no hacer nada como los voluntaristas falsamente sugieren.

Una praxis política racional y materialista, anclada en la realidad, debe partir de un exhaustivo inventario de lo que hay (correlación de fuerzas antagónicas) y un diagnóstico de las condiciones (entorno) en un momento determinado (coyuntura) para proponer unas hipótesis de acción (lucha política).

La dirigencia partidista que solo piensa en función del calendario electoral, sustrayéndose de la realidad, en la esperanza que algo milagrosamente cambie a fuerza de buenos deseos, está incapacitada para ver un horizonte más allá de sus narices y formular una política viable y sostenible para el largo plazo. Y en eso llevan ya dos décadas.

El voluntarismo es una mala práctica política con efectos tóxicos que no solo contamina el análisis sino que además alienta otras desviaciones tales como el mesianismo y la esperanza en un héroe -¿o heroína? que en forma milagrosa y épica descenderá de los cielos para ganar la batalla final. El voluntarismo y su componente metafísico solo funcionan en Narnia. En el mundo real no hay milagros ni atajos. Sólo queda hacer política con los pies en la realidad.- @humbertotweets

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