domingo, 16 de diciembre de 2018

Lo que hay detrás del 10 de enero


La falsa oposición sigue alimentado teorías y narrativas que conducen sin excepción a nuevas formas de reconocimiento y cohabitación con el régimen chavista. En este rango se inscribe la tesis según la  cual el gobierno de Maduro sería ilegítimo a partir del 10 de enero y que eso llevaría eventualmente a un desconocimiento del régimen por parte de otros países.
En el fondo se trata de admitir que de alguna forma el régimen ha sido legítimo y con arreglo a la legalidad del estado chavista esta legitimidad se perdería al vencer un mero lapso burocrático. Reconocerle legitimidad al régimen hasta el 10 de enero busca lanzar nuevamente un salvavidas a un régimen que desde hace tiempo naufraga. Este sería el nuevo marco para otra ronda de negociaciones donde la falsa oposición estaría dispuesta a transar, una vez más, para renovarle el plazo vencido al estado chavista.
En estas nuevas negociaciones la falsa oposición estaría dispuesta a cohabitar formalmente con el estado chavista a cambio de puestos en la estructura del estado. Esto incluiría algunos magistrados en el TSJ y miembros en el CNE. Seguramente también se agregarían otras cuotas burocráticas  que permitan la transferencia de recursos del estado a la falsa oposición.
La pieza de contrabando para tratar de hacerle tragar a la gente esta nueva rueda de molino sería la promesa difusa de unas elecciones presidenciales presididas por un CNE pero dejando intacta toda las estructura mafiosa política, financiera  y militar del chavismo. Este sería el señuelo para que la gente se anime a votar con la ilusión de un presunto cambio en las condiciones electorales. Con todo este poder aun en la mano el chavismo seguirá controlando todas las derivaciones de las jugadas ulteriores.
Bajo este ángulo es completamente irrelevante que el chavismo participe en unas nuevas elecciones arregladas con la falsa oposición. El balance final sería el mismo independientemente del resultado. Sopesando el nivel de presión interna y externa el régimen bien podría hacerse ganador nuevamente por la vía de otro fraude electoral reconocido por la falsa oposición.
Pero igualmente el chavismo podría arreglar un gobierno títere que nominalmente sea administrado por elementos colaboracionistas de la falsa oposición pero reteniendo el poder real.
Reconocer al gobierno de Maduro antes o después del 10 enero es una política que solo conduce a sembrar más desesperanza y desilusión en millones de venezolanos que ya daban por sentado que se trataba de un asunto previamente resuelto. Insistir en estas tesis es regresar a los tiempos de Chávez cuando aún se pensaba que podía creer en la legalidad del estado chavista.
El 10 de enero no pasara nada inusual en la política venezolana. Y en los días que le sigan no solo se revelaran formas más agresivas y audaces de colaboracionismo sino que también será sometida a la prueba del ácido la posición de varios países frente al régimen chavista. ¿Romperán relaciones para enfrentar a un estado fallido mafioso o se esconderán en la coartada de simplemente retirar su personal diplomático?
Las indefiniciones y blandenguerías tanto de la falsa oposición como la de varios países de la comunidad internacional en buena medida explican cómo el chavismo en su peor momento sigue ganando prórrogas y por esa vía ya lleva dos décadas en el poder.
Aquí es medular entender que una política viable, efectiva y contunde de la oposición venezolana para sacar del poder al chavismo debe comenzar por el desconocimiento total del régimen político que surgió de la constitución de 1999. Cualquier otra forma de cohabitación o reconocimiento por parcial y discreto que sea solo llevara a más de lo mismo.-  @humbertotweets

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