domingo, 14 de octubre de 2018

El asesinato es política de estado


No se trata de hechos aislados. Existe una conducta planificada y sistemática del estado chavista para alentar el linchamiento físico y moral de sus adversarios. Esto comenzó por allá en 1999 cuando Hugo Chávez no se ahorraba palabras para desacreditar a sus oponentes mediante insultos y campanas de opinión orquestadas para intimidar, ridiculizar y destruir a sus oponentes.
El linchamiento moral de sus adversarios significó una autorización para que todos los chavistas en cualquier parte de Venezuela, independientemente de su rango, hicieran del canibalismo político su forma habitual de comportamiento.
Este linchamiento moral fue mutando a formas más perversas y sofisticadas de destrucción humana, siempre alentadas por el propio Chávez. Así se comenzaron a propagar torturas físicas y psicológicas para agredir al adversario. Unos casos fueron tan emblemáticos como el del productor agropecuario Franklin Brito cuya muerte hay que atribuir a Hugo Chávez y cuyas características son las de un asesinato político.
Pero a este caso rápidamente se fueron sumando cientos de miles más, unos con más impacto en la opinión que otros. Hasta que se ha llegado al punto en que hoy hay todo un tinglado diseñado por la inteligencia cubana y ejecutado por los esbirros del SEBIN para torturar y asesinar impunemente por motivos políticos.
No se trata de hechos aislados. Es un patrón de conducta definida y sistemática que desde la óptica del régimen se ve como normal para justificar sus propósitos políticos. La muerte y el linchamiento físico está entronizado en la psiquis de los esbirros del régimen que operadores impunes como Cabello celebran y bailan públicamente sobre  los asesinatos de personas como el piloto Oscar Pérez y más recientemente el del concejal Fernando Albán.
Pero para degradar el crimen a una categoría celebratoria más despreciable el régimen quiere legalizar la tortura y el asesinato por motivos políticos en el adefesio constitucional que intentará hacer aprobar con buena ayuda de la falsa oposición colaboracionista.
No hay formas institucionales para corregir a un estado que hace del asesinato su política. Y que además para ejecutar esa política cuenta con el soporte instrumental de un elenco de capos (Reverol), esbirros (Calderón), fiscales (Tarek),  jueces (Maikel) y operadores (Cabello) dispuestos a justificar el crimen.
El asesinato de Fernando Albán confirma una vez más la indiscutible naturaleza criminal del régimen chavista de Nicolás Maduro. Debe ser un llamado de atención a la racionalidad para los Ramos Allup, los Borges y los Florido que aún siguen abonándole a las negociaciones y a las elecciones como fórmulas para salir de un régimen que hace mucho tiempo se dejó de esos formalismos.
Solo vías de facto expresadas en una fuerza cívico militar superior al estado criminal podrían detener el asesinato como una forma monstruosa de hacer política. La forma que se ha impuesto en la Venezuela de Hugo Chávez desde 1999. @humbertotweets

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