domingo, 12 de noviembre de 2017

Definiciones de la nueva oposición

El fracaso político de la Mesa de la Unidad Democrática está determinado por su falta de claridad en los objetivos e incoherencia. La MUD es la heredera de las consignas colaboracionistas de la oposición electorera desde 1999 que se ha reciclado en sus formas en estos dieciocho años, pero que mantiene intacta su táctica de pelear contra el régimen sin un intento real de disputarle el poder.
Hay tres definiciones fundamentales desde la óptica de la oposición al régimen que la MUD falló en identificar desde un comienzo: 1) No caracterizar al naciente régimen de Chávez como una dictadura; 2) No denunciar y enfrentar la Constitución fraudulenta de 1999; y 3) Aceptar la vía electoral como la única para confrontar a la dictadura.
Desde un principio Chávez no disimuló su intención en desmontar las estructuras democráticas para crear un aparato totalitario con barniz democrático. Este ha sido un proceso progresivo que se ha hecho más evidente con el paso del tiempo. La dirección política de la oposición siempre sostuvo que estábamos en presencia de un gobierno autoritario más no de una dictadura. Esta falacia condiciono severamente las posibilidades de articular una estrategia exitosa partiendo de un diagnóstico correcto de la realidad resultando en una irreparable pérdida de tiempo y oportunidades para el cambio.
Aún hoy hay quienes desde la oposición electoral se niegan a llamar a esto dictadura y a estos se suman otros que, aunque usan la palabra, se comportan como si estuviésemos en democracia.
El desmantelamiento del estado venezolano para instaurar el nuevo estado chavista comenzó con la Constitución de 1999 que fue aprobada en abierto fraude a la Constitución de 1961. El hecho de que haya sido aprobada en forma fraudulenta no le da más fuerza. Pero en lugar de denunciarla la oposición partidista se abrazó a ella e hizo de la Constitución chavista su Constitución al punto de defenderla como propia. Importante victoria se anotó el régimen cuando obligó a su oposición a aceptar y defender el documento base de estructura de poder.
Como una consecuencia de lo anterior la oposición en un insólito ejercicio de suicidio político renunció a todas las demás formas de lucha política para privilegiar la participación electoral dentro del estado chavista. Esta participación se ha dado en condiciones de fraude y desventaja que mientras el sistema no cambie jamás arrojara resultados distintos.
Sin embargo, la participación electoral ha sido el señuelo que ha usado el gobierno para poner a la oposición a defender las políticas del régimen. Son los mismos operadores de la MUD quienes llevan adelante el discurso legitimador del régimen que, viniendo de estos “opositores”, logra confundir y persuadir a amplios sectores que genuinamente apuestan por el cambio.
Como era previsible la estrategia política de esa “oposición” ha sido derrotada por la realidad. Las incoherencias y el colaboracionismo de estos operadores ha quedado al descubierto provocando una crisis cuya resolución natural debe ser la desaparición de la MUD, como dirección política de la oposición, para dar paso a una nueva formación política y ciudadana con una agenda de lucha clara y coherente contra la dictadura.
Centrar el debate en nombres de aspirantes y no en tesis políticas también hundirá a los herederos de la MUD que hoy la tratan de reciclar con caras nuevas pero con las mismas estrategias derrotistas que comenzaron en 1999. 


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