La relación del chavismo con la guerrilla colombiana ha sido histórica. Desde los años 80’ cuando Hugo Chávez conspiraba en el seno de las Fuerzas Armadas venezolanas ya circulaban documentos del extinto MBR-200 justificando una alianza con grupos guerrilleros colombianos para apoyarse mutuamente en sus objetivos.
Esta
relación adquiere una entidad relevante con la llegada de Chávez al poder en
1999. Desde ese momento se inicia un proceso para cambiar la doctrina militar
en las fuerzas armadas venezolanas y presentar a la guerrilla colombiana no ya
como un enemigo natural a la integridad territorial sino como un aliado de
clase en la lucha del chavismo contra el estado colombiano.
Pero
no es correcto hablar de una guerrilla colombiana, porque en realidad hay
varios grupos donde los más conocidos son las FARC, el ELN y sus facciones
disidentes. La estrategia internacional del chavismo para desestabilizar al
estado colombiano llevó a forjar alianzas con las FARC y el ELN.
Estas
alianzas se concretaron en el reconocimiento de estos grupos como políticos y
no como terroristas y criminales y además en la delimitación de áreas dentro
del territorio venezolano donde estos podrían actuar libremente sin el
hostigamiento de las fuerzas militares venezolanas.
Desde
hace muchos años en la franja fronteriza entre Venezuela y Colombia ha surgido
una sub economía que se apoya en el crimen. Esto forma parte de los secuestros,
cobros de vacuna, robos de ganado, tráfico de droga, prostitución y otras
actividades ilegales perpetradas por estos grupos guerrilleros. Con Chávez esta
economía basada en el crimen se organiza y se sistematiza para darle
participación en el negocio del crimen a los jefes militares locales
generalmente los jefes de las llamadas ZODI y sus ayudantes.
Con
la firma de los Acuerdos de Paz en Colombia, la aparente desmovilización de las
FARC y la disidencia de grupos guerrilleros se alteran la aparente normalidad
que reinaba en la frontera porque ahora son más grupos en armas disputando el
mismo territorio para sus actividades criminales. Y el régimen chavista ha
decido dar todo su apoyo militar al grupo de las FARC liderado por Jesús
Santrich e Iván Márquez enfrentados al grupo que dirige alias Gentil Duarte.
Los
ataques del ejército venezolano en el estado Apure han sido selectivos contra
los grupos que se niegan a obedecer a Santrich y Márquez. No se trata de una
ofensiva contra todos los grupos guerrilleros que libremente actúan en la zona
con el apoyo de los militares venezolanos.
Pero el apoyo
de Nicolás Maduro a Jesús Santrich e Iván Márquez tiene una lógica y encaja
perfectamente en la estrategia internacional del régimen chavista. Con la
proclamación de la “Nueva Marquetalia” en 2019 la disidencia de las FARC busca
nuevamente intentar crear un territorio independiente separado de la república
de Colombia. Pero esta vez sería con el apoyo económico y militar del estado
chavista. De esta forma el chavismo busca neutralizar a Colombia que siempre
será la primera opción para desplegar una intervención militar en Venezuela, el
día que los Estados Unidos así decida hacerlo.
El
socialdemócrata y simpatizante del chavismo Joe Biden y su partido deberían
comenzar a considerar desde ya que con el chavismo no se negocia. Y que de
intentar hacerlo perderán un tiempo precioso que le otorgaría más ventajas al
régimen chavista para continuar en el poder por la vía de fomentar la violencia
en la región. En otras palabras, la ambivalencia de los Estados Unidos y
Colombia frente a la activa alianza del chavismo con las FARC y su proyecto de
la Nueva Marquetalia llevarán irremediablemente a una especie de balcanización
de la zona y consecuentemente ayudará al propósito del chavismo de seguir en el
poder en medio del caos, sin importar el precio que haya que pagar.-@humbertotweets
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