domingo, 2 de agosto de 2020

La falacia de la sociedad civil en la política

   El descrédito de los partidos políticos en los sistemas de estado de partido es tan grande que ha llevado una degradación de la idea de política a la cual se le atribuyen propiedades perversas e inmorales en la pragmática lucha por el poder. Por esta vía se llega al reduccionismo de asociar la política a lo más sucio y despreciable en una sociedad cuando en realidad es la degeneración del ejercicio de la política lo que resulta condenable. Esta simplificación conduce a la equivocada generalización de “todo en política es corrupto.”
   Sin embargo, el problema de la corrupción asociada al ejercicio de la política es tan real que algunas personas insisten en hacer política adoptando la etiqueta de “sociedad civil” como característica diferenciadora con quienes orbitan en la sociedad política.
   La idea de una sociedad civil que se opone a una sociedad política es un concepto negativo. En este sentido se podría decir que la sociedad civil es aquella que no es política, o mejor dicho aquella parte de la sociedad que no participa en los partidos políticos.
   Pero esta definición es ambigua y confusa.  ¿Cómo quedarían categorizados los militares que por su condición no deben ser parte de partidos políticos?  ¿Son o no son sociedad civil?  ¿Y los menores de 18 años que de acuerdo a la mayoría de las legislaciones no pueden participar en partidos?   ¿Son o no son sociedad civil?
   Los ciudadanos que no participan en partidos políticos son tan heterogéneos y diversos que no podría hablarse propiamente de una sola y única sociedad civil. Habría tantas sociedades civiles no partidistas como grupos en una sociedad. Iglesias, sindicatos, empresas y otras organizaciones podrían calzar perfectamente en la idea de sociedad civil o ser cada una de ellas una sociedad civil particular. Entonces, cuando se habla de sociedad civil  ¿de qué sociedad civil se está hablando?
   El problema se complica aún más cuando algunos grupos con intereses políticos incursionan en la política escondiéndose tras la etiqueta “sociedad civil” con la pretensión de “organizar” a “toda” la sociedad civil. El empeño es tan pretencioso como iluso porque no es posible “organizar” a la sociedad civil como una totalidad homogénea. A estos grupos no les queda otra opción que crear mecanismos que den la apariencia de legitimidad y así asumir la representación de una totalidad que no les corresponde.
   En otras palabras los grupos políticos que se escudan tras la sociedad civil estarían haciendo un ejercicio de vulgar politiquería al tratar de incursionar en política sin el costo de que los llamen políticos. Aquí estamos frente a una forma sofisticada de oportunismo que es igual a las prácticas farsantes de las cuales se quieren diferenciar.
   La presunta distinción entre sociedad civil y sociedad política es una falacia producto de la ignorancia y la manipulación. Siguiendo al filósofo español Gustavo Bueno defendemos la tesis que la sociedad civil y la sociedad política son inseparables, aun cuando se puedan disociar. La sustantivación de la idea de sociedad civil como una fuente positiva de energía política propia no es más que un artificio para sorprender incautos y ocultar agendas partidistas, que no necesariamente políticas.-  @humbertotweets

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