No todos se benefician del negocio de la comida como Marco Torres, Osorio o Molina.
Ni todos son acusados de narcotráfico como Reverol.
Ni todos son pragmáticos y utilitarios como Padrino López.
No se puede meter en un mismo saco de gatos a todos los militares.
Las críticas que se le hacen a los militares van dirigidas específicamente a la conducta inmoral y poco profesional de su cúpula, no a la organización en general que incluye tanto a la cabeza como al resto del cuerpo.
Esta distinción es muy importante desde el punto de vista estratégico porque la cúpula militar manipula hábilmente el espíritu de cuerpo para esconder sus responsabilidades individuales.
Así, por ejemplo, cuando se acusa a altos oficiales por graves hechos de corrupción o narcotráfico la cúpula responde invocando el espíritu del grupo como si los soldados o la tropa fuesen responsables por la actuación de Reverol o Padrino López.
Le quieren hacer sentir a los soldados y oficiales de rangos medios que cada acusación contra un militar corrupto es un ataque contra la institución y cada uno de sus miembros.
Pero esa acción pareciera quedar en la categoría de intento al estrellar su exclusivo valor retórico con la realidad.
En el mundo interno de las fuerzas armadas todo el mundo se conoce.
Allí todos saben quien es quien.
Quienes son militares profesionales y se consideran chavistas, sin participar de los beneficio de los militares enchufados sienten la misma repugnancia que los otros militares menos chavistas frente a la corrupción.
La división real en las Fuerzas Armadas, en realidad, no es entre chavistas y antichavistas.
Después de más de 17 años de propaganda todos deben tener algo de chavismo por dentro.
La diferenciación que se está dando en el mundo militar es entre los militares de arriba y los de abajo.
Los de arriba, enchufados a las bondades del poder y la corrupción y los de abajo pasando hambre como el resto de los venezolanos.
Los militares de abajo aunque sean chavistas se ofenden al ser asociados con aquellos que han destruido la moral de las fuerzas armadas por hechos de corrupción.
Hay mucho mito con el apoyo incondicional de los militares al gobierno.
No hay duda que la cúpula militar está cuadrada con el régimen.
Pero así como no se puede generalizar y decir que todos los militares son corruptos, no todos los militares, aunque sea califiquen como chavistas, apoyan al gobierno.
Y esto lo sabe el alto mando militar.
Por eso Padrino López tiene que caer en el fango de su propia contradicción al defender la tesis que los militares deben participar en política, pero solo de la política del PSUV porque ni siquiera les está permitido hablar con políticos de la oposición.
Darle beligerancia política a los militares se ha convertido en un arma de doble filo para el régimen.
Muchos soldados y oficiales se lo tomaron en serio y firmaron para revocar a su Comandante en Jefe, Nicolás Maduro.
Lo más grave. Les fue dada la oportunidad y no retiraron su firma.
Frente a esto algunos jefes militares regionales están ordenando que se hagan listas de estos militares, posiblemente para someterlos a sanciones disciplinarias.
Todo esto dice mucho de cómo están las cosas en el interior de las Fuerzas Armadas.
No todos los militares son corruptos.
Ni todos apoyan al régimen de Maduro.
La lógica es la lógica.
Aunque el gobierno la quiera ignorar.
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