Para
tratar de entender el conflicto político en Venezuela es importante ponderar el
valor real de cada uno de los factores. ¿Cuál es el peso específico de cada uno
de los actores en escena? ¿Cuánto representa en términos de legitimidad y de
eficacia política cada uno de ellos para actuar e incidir en el resultado?
La
nueva Asamblea Nacional, por ejemplo, aparece revestida de indiscutible
legitimidad como resultado de las últimas elecciones de 2015. Esa legitimidad
significa el reconocimiento del resto de la sociedad para el desempeño de sus
funciones. Pero esa misma legitimidad luce truncada por la ausencia de eficacia
para hacer valer sus decisiones. El desconocimiento del poder ejecutivo y el
resto de los poderes a la Asamblea Nacional han puesto a esta en situación de
inoperatividad técnica. Desde este punto de vista su capacidad para incidir en
el resultado del conflicto aparece disminuida.
El
gobierno por su parte ve disminuida su legitimidad al obtener una contundente
derrota en esas mismas elecciones y ser objeto de un rechazo continuo medido en
diversos estudios de opinión. Sin embargo, a pesar de estar sustancialmente
disminuido en su ascendencia social el régimen mantiene intacto su poder de
coacción, todo lo cual le permite influir en el resultado del conflicto.
Pero
hay otro actor del que se habla mucho y cuyo papel no se puede subestimar, ni
sobreestimar. Las Fuerzas Armadas. En condiciones normales las FANB deberían
ser valoradas como parte del gobierno. Pero en el caso de Venezuela la dinámica
política ha permitido que las FANB actúen como un órgano deliberante y
partidista. La organización como tal y sus facciones asumen posición pública
frente al conflicto por lo que deben ser consideradas como otro actor político.
Pero,
¿cómo se podría medir el valor real de las FANB en el conflicto político
venezolano? Esa corporación no participa como tal en elecciones. ¿Cómo
determinar cuál es su peso específico? Los sondeos de opinión que se usan para
evaluar la percepción de los partidos políticos dicen que las FANB caen en la
categoría de las instituciones más desacreditadas y que genera menos confianza
en el país. Esto podría sugerir su pérdida de legitimidad en la sociedad. Desde
esta óptica podríamos concluir que su capacidad para ser una fuerza decisiva en
el conflicto es muy limitada, pero esto igual podría llevarnos a subestimar su
valor real.
Hay
otra forma más popular de calibrar cuánto valen las FANB. Es el acceso y uso
discrecional de las armas, cosa que los civiles no pueden hacer. En un sistema
gobernado por leyes e instituciones públicas autónomas las Fuerzas Armadas están
al servicio de toda la sociedad. Pero
eso no ocurre en Venezuela donde las FANB y sus armas están al servicio del
partido de gobierno.
Pareciera
que el acceso y uso de la fuerza convierte a las FANB en un factor clave para
el desarrollo y resolución del conflicto político. Pero esto también podría
llevarnos a subestimar su valor real. ¿Cuánto, en términos políticos, valen
unas FANB desacreditadas ante la sociedad por sus prácticas represivas y
escándalos de corrupción? ¿Cuánto vale en términos operativos una FANB con
salarios bajos y sin comida para sus tropas? ¿Cuál es el estado de la moral de
los soldados al ver a sus oficiales superiores enriquecerse obscenamente con la
crisis? ¿Estamos sobreestimando el valor político real de esta corporación sólo
por su acceso a las armas?
No
se puede subestimar ni sobrestimar el rol de las FANB en el conflicto político.
Pero su acceso a las armas tampoco debería inhibir o paralizar al resto de la
sociedad a la hora de ponerle límites y exigir su apego a las leyes.
Con
la anuencia del alto mando militar el régimen redujo a las FANB a una entidad
partidista y beligerante. Eso la convierte en un actor más de la pugna por el
poder y no en el fiel de la balanza. Y aunque nadie duda de su eficacia militar
para sostener por la fuerza al régimen su legitimidad y, por ende, su valor
político es cada vez menor.
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