Frente a la incredulidad de los embajadores de la OEA.
Con la más absoluta indiferencia de los expresidentes mediadores.
Ante la perplejidad del país.
El mega fraude orquestado por el régimen avanza.
Las tenazas del TSJ y el CNE ya están instaladas en la yugular del pueblo para estrangularlo.
Fiel al guión oficialista la rectora del CNE y militante del PSUV Socorro Hernández ya adelantó lo que viene.
“Si el TSJ inhabilita a la MUD acataremos la sentencia.”
Lo dijo ayer para preparar la doctrina que seguramente será defendida hoy al mediodía por la presidenta del CNE Tibisay Lucena.
Pareciera que lo que se está cocinando es aprobar la recolección del 20% de las firmas al tiempo que se deja en manos del TSJ la inhabilitación de la MUD quien es la solicitante del Revocatorio.
Así el CNE intenta lavarse las manos y dejar la liquidación del revocatorio en manos del brazo judicial de la dictadura.
Aquí surge la posibilidad de que se apruebe el Revocatorio pero al estar inhabilitada la parte que lo solicita entonces la sería suspendido.
Todas las voluntades de los venezolanos que expresaron su apoyo al Referéndum quedarían burladas.
Por si esto fuera poco a las maniobras para negar el Revocatorio se suma el silencio cómplice del CNE para no convocar las elecciones regionales previstas por ley para el 2016.
Cálculos optimistas indican que si el CNE decidiera comenzar a organizar estas elecciones hoy se podrían celebrar a mediados del 2017.
Que el régimen tenga que usar el fraude para tratar de evitar estas consultas electorales sólo confirma su naturaleza dictatorial.
Solo las dictaduras usan maniobras como la eliminación de partidos políticos y la suspensión de elecciones para mantenerse en el poder.
La Nicaragua de Daniel Ortega lo acaba de hacer al seguir el ejemplo de Venezuela y suspender de un plumazo a los parlamentarios opositores.
El fraude electoral que está cocinando el régimen con el auxilio del TSJ y el CNE debe obligar a cambios en la estrategia de la oposición y su expresión organizativa la MUD.
Quizás el cambio más importante es comenzar por una correcta caracterización de la situación y del adversario que se tiene al frente.
Asistimos a un fraude político y electoral de dimensiones colosales que debe ser denunciado y combatido sin negociación.
Y lo que se tiene al frente no es ni siquiera un régimen autoritario.
Es una dictadura que igualmente debe ser denunciada y combatida.
Comenzar a llamar y tratar las cosas por su nombre propio es el primer paso para afinar una estrategia que apunte a una victoria política.
Lo contrario sería un ejercicio inaceptable de ingenuidad.
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