Podría pensarse que es un acto de osadía y desafío al imperio.
Nicolás Maduro designa al General Néstor Luis Reverol como Ministro de Seguridad Ciudadana.
Reverol es acusado formalmente ante una corte de los EEUU de ayudar al narcotráfico.
Hay quienes dicen que Maduro trata de proteger a Reverol de esas acusaciones al encargarle la seguridad ciudadana.
No es factible si se considera que esta designación no detendrá la investigación criminal y posible condena en los Estados Unidos.
Otra lectura es que esa designación es un signo claro de la desesperación.
La angustia de perder el poder transformada en torpeza.
Esta desesperación lleva Maduro un día a defenestrar el poder de Diosdado Cabello y Tareck El Aissami en su gobierno y al dia siguiente regresarles sus cuotas.
Un dia designa al Ministro de la Defensa como Superministro para poner orden y disciplina en la corrupción militar de su gobierno y al dia siguiente nombra al jefe de los capos como ministro, para que trabaje codo a codo con Padrino López.
Marchas y contramarchas.
Profundas contradicciones rodean a un régimen que cada día toma medidas incoherentes, unas más absurdas que otras.
¿Cómo conciliar intereses tan disímiles?
¿Cómo poner orden y disciplina en esa haraposa colcha de retazos de grupos, facciones y pandillas criminales?
La designación del General Reverol es una evidencia clara del grado de locura que define las acciones del régimen.
Un régimen que es capaz de poner la lucha antidrogas en manos del narcotráfico es un régimen que está dispuesto a liquidar el Revocatorio en cualquier instancia, de cualquier manera.
Ambas acciones son desesperadas y suicidas.
Ambas agotan los espacios para una salida razonable y Constitucional a la crisis política.
Poco a poco el propio régimen va definiendo la forma como dejará el poder.
Parece escrito en la pared.
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