Quizás
fue un error táctico difundir las imágenes del presidente de la Asamblea
Nacional ordenando la remoción de los afiches de Chávez de los predios de la
Asamblea.
El día
anterior habíamos comentado como un acierto la remoción de estas imágenes del
seno del hemiciclo. Y escribimos con énfasis “sin un solo disparo.”
La
veneración fetichista que el régimen ha impuesto alrededor de la figura de
Chávez es una realidad. No se puede ignorar.
Hay
quienes aun creen ciegamente que el fracaso económico del gobierno de Maduro es
un hecho aislado e inconexo con las políticas de Chávez. Y los dirigentes
chavistas alimentan esta ignorancia para mantener vivo el mito.
La razón
por la cual pensamos, aunque no estemos totalmente convencidos de ello, que
ordenar públicamente la remoción de estas imágenes fue un error es porque
agrega otro elemento de distracción al ya empantanado ambiente político
nacional.
Esta
acción parece obsequiarle un segundo aire a un régimen que esta técnicamente caído
y que ahora abraza su suerte al mito de Chávez.
Pero el
fondo del asunto resulta inobjetable. Esas imágenes, ambas, la de Chávez y la
versión chavista de Bolívar, había que sacarlas del recinto de la Asamblea
Nacional.
Y eso no
es revanchismo. Ni irrespeto a los símbolos patrios.
Es
devolverle la majestad historia a la sede del poder legislativo que ha sido
ultrajada por el gobierno en los últimos años.
La parte
del video que convenientemente no difunde VTV es cuando Henry Ramos ordena que
se cambien las imágenes maquilladas de El Libertador por la imagen clásica, la
que ha sido respetada por todos los venezolanos por cientos de año.
De todas
formas esas imágenes había que removerlas. Aun con el riesgo de darle un
segundo aire al gobierno que ahora se moviliza para denunciar el hecho como un
sacrilegio a la sacrosanta memoria del Comandante eterno y hasta usa a las
Fuerzas Armadas en su campaña.
Es
irónico que mientras hay hambre en el país el gobierno anuncie que gastara
millones de bolívares en imprimir más fotos de Chávez. Calículos indican que un
salario mínimo podría pagar dos pendones de Chávez.
La imagen
de Chávez nunca será un símbolo patrio. Para lograr esa entidad tendría que ser
aceptada consensualmente en el tiempo por los venezolanos.
Hoy esa
imagen y su significado son rechazados por la mayoría. Y con ese rechazo, para
despecho de los sacerdotes del culto chavista, nunca llegara al panteón
nacional.
Que
Chávez tenga el lugar que le corresponda en la historia. Pero no será esa
imagen de semidiós, mas grande incuso que Bolívar, que el gobierno quiere
crearle en calidad de Comandante eterno que aun gobierna desde el mas allá.
El
desembrujo del fetichismo chavista es parte del inevitable proceso de
sincerarnos políticamente y no comenzó precisamente el 6 de Enero de 2016.
La
experiencia colectiva de exorcismo político comenzó un mes antes, el 6 de diciembre de 2015, cuando
millones de chavistas decidieron romper sus vínculos con el régimen y con ello
dejar tranquila en el mas allá la figura
del Comandante eterno mientras ellos aquí se ocupaban de las colas mundanas
para conseguir comida.-
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