La puja entre gobierno y oposición se ha desarrollado
desde el 4 de enero con dos rounds de confrontaciones y una emblemática
escaramuza.
El primer round fue la pelea para hacer valer la representación
de los 3 diputados de Amazonas. A sabiendas de no contar con la fuerza jurídico-institucional
(hoy en manos del gobierno) la oposición anunció que defendería hasta el final
la incorporación de los 3 diputados impugnados por el PSUV.
La decisión del TSJ declarando el desacato de la AN
obligo a la oposición a dar marcha atrás en una confrontación cuyo resultado
estaba anunciado.
Desde el punto de vista institucional el gobierno movió
sus fichas en el TSJ para doblegar a la oposición y acordar la desincorporación
de estos diputados.
Desde el punto de vista de la percepción de opinión pública
la oposición parecía alejarse del tono radical de sus bases que exigían ir
hasta el final con los 112 diputados.
Esta pelea no era indispensable casarla para la oposición.
En nuestra percepción fue una perdida de tiempo y energías
para finalmente hacer concesiones.
Escribimos en un análisis anterior que nuestro cuestionamiento
es a la decisión de incorporar a los diputados. Desincorporarlos fue el
resultado natural de la decisión del TSJ frente a la cual la AN básicamente no tenía
otras opciones, legalmente hablando.
La
escaramuza emblemática
Entre un round y otro ocurre la remoción de los
retratos de Bolívar y Chávez de la sede de la AN.
Este incidente provocó una reacción airada del
gobierno que anuncio iría con todo para restaurar el honor mancillado.
Pareciera que más que una estrategia meditada de la oposición
se trató de una decisión individual del presidente de la AN, Henry Ramos Allup.
Algunos representantes de la MUD como Chuo Torrealba y
Henri Falcón se distanciaron de la acción y hasta ofrecieron disculpas a los chavistas
ante la presunta ofensa.
Algunos dirigentes de la oposición temían una reacción
furiosa del chavismo expresada no solo con violencia sino también como reagrupamiento
electoral en tono al PSUV.
Jorge Rodríguez y otros dirigentes del PSUV amenazaron
con movilizar a todo el pueblo chavista para vengar el ultraje al honor de Chávez
y Bolívar.
Curiosamente, nada ocurrió.
No hubo ni marchas, ni concentraciones, ni pega de
afiches con las fotos de Chávez.
Solo hubo declaraciones de miembros del gobierno y algunas
reacciones desfasadas del contexto como las del Ministro de la Defensa Padrino López
quien amenazó con usar las tropas para restaurar el honor militar. Aun no esta
muy claro que quiso decir con eso.
Aunque se perciba como una afrenta a los chavistas, la
remoción del retrato de Chávez y el regreso del Bolívar clásico a la sede del
poder legislativo resultó emblemática para marcar una ruptura con el fetichismo
chavista.
El
segundo round: Gobierno a la lona
Esta vez fue el escenario fue la entrega de la memoria
y cuenta del Presidente Nicolás Maduro a la Asamblea Nacional.
En su largo y redundante discurso Maduro básicamente repitió
el mismo argumento del año pasado.
Hizo toda una letanía de los logros “sociales” de la revolución
desde los tiempos de Chávez para tratar de compensar la tragedia económica que
hoy sufre el país.
El argumento se podría resumir en algo así como “Es
cierto que estamos ante una terrible crisis económica pero este gobierno ha
puesto énfasis en lo social.”
Justificar el fracaso económico con supuestos logros
sociales es otra falacia muy recurrente en el discurso oficial.
Frente a esta larga lista de lugares comunes estuvo la
respuesta más aguda y precisa del Presidente de la Asamblea Nacional Henry
Ramos Allup.
En menos tiempo Henry Ramos definió la situación política,
económica y social de la coyuntura.
Le dijo en tono sereno al Presidente Maduro: “Tenemos
17 años con el modelo equivocado y es hora de poner los pies en la tierra y rectificar.”
“A veces es preferible doblarse para no partirse.” “Presidente, créamelo, están
alentando demonios.” “La Misión Vivienda es muy buena, pero hay que entregarle
la propiedad a los beneficiarios.”
En forma pedagógica y metódica Henry Ramos Allup desmonto
el discurso oficial.
Pero el triunfo más importante para la oposición fue
lograr llevar al Presidente Nicolás Maduro y al gobierno a la Asamblea Nacional
a reconocer la fuerza Constitucional del poder legislativo.
Atrás quedaron las amenazas de ir a presentar la
memoria y cuenta ante el TSJ.
Esto no quiere decir que en el futuro inmediato no
ocurran situaciones en las cuales el gobierno desacatara las decisiones del poder
legislativo.
Era muy importante para el país observar que en medio
de la crisis política más aguda los actores podían confrontar democráticamente
sus diferencias.
Los desafíos y los insultos quedaron neutralizados
ante los ojos del país con la imagen de un Nicolás Maduro sentado, escuchado
con respeto las críticas de Henry Ramos Allup.
Así debe ser. El poder ejecutivo rindiendo cuentas
ante el poder civil constituido en el parlamento.
Hoy hay la percepción de que el acto de memoria y
cuenta del Presidente se convirtió en una clara victoria para la oposición.
Parece, después de todo, que si se puede derrotar al régimen
cívico-militar por la vía civilista.-
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