El
gobierno cada día se aleja mas de la legalidad y la oposición se acerca mas al
poder.
A pesar de
controlar todos los resortes del poder institucional, menos del poder
legislativo, el gobierno se comporta como una entidad forajida en desacato de
la ley y la Constitución.
El que aun
controle varias instancias del poder público le permite al gobierno navegar en
aguas semi-legales.
El
control, por ejemplo, de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de
Justicia le permite barnizar como legales situaciones que son abiertamente
ilegales e inconstitucionales.
Pero al
menos encuentran un refugio temporal en la pusilanimidad de los magistrados
designados a última hora.
Este
control sobre el poder judicial y la estructura militar no pareciera ser suficiente
para estructurar una estrategia política proactiva que saque al régimen y el
PSUV de su laberinto.
Otras
acciones como la no comparecencia de los ministros de la economía ante la AN a
explicar el decreto de emergencia comienzan a dibujar un régimen que quiere
actuar mas como oposición que como gobierno.
Los
reiterados llamados de Nicolás Maduro y Diosdado Cabello a desacatar la
autoridad de la Asamblea Nacional encajan en este comportamiento errático.
En esta
fase de la confrontación la Asamblea Nacional debe seguir jugando vigorosamente
su papel institucional para llenar el vacío de poder y liderazgo que por ausencia
ha dejado el gobierno.
Es
curioso, pero a pesar del empeño en un discurso radical y extremista el
gobierno esta siguiendo metódicamente la receta para entregarle el poder a la oposición
en bandeja de plata.
La agudización
de la crisis económica en los próximos días modulará las frecuencias del cuando
y cómo.
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