Acorralado por una crisis que no sabe cómo manejar.
Repudiado por un pueblo que le dió la espalda.
Abandonado por sus propias bases.
A régimen bolivariano lo único que le queda es la represión policial y militar para seguir en el poder.
Los dirigentes del PSUV así lo reconocen.
Las medidas del gobierno asignando cada dia mas atribuciones a los militares en el reparto de comida sólo confirman que hasta el PSUV perdió su capacidad de movilizarse.
Este es el momento más peligroso para el gobierno y para el país.
Es cuando los operadores del régimen se sienten abandonados y acorralados.
Es el momento de las jugadas suicidas ante el agotamiento de todas las otras opciones.
No deberia ser asi.
Pero el fundamentalismo chavista en el poder parece no ver en la política un ejercicio democrático sino una práctica permanente de guerra a muerte.
El problema de las conductas suicidas es que son enteramente voluntarias.
Lo contrario, obligar a alguien a que se suicide, sería asesinato.
Ese es el dilema de cientos de operadores civiles y militares del régimen.
Ya no se trata de la disyuntiva entre cumplir o no la ley.
Ahora es acompañar a los líderes chavistas en su acto suicida de inmolarse por la revolución o salvarse a sí mismos, a sus familias y al país.
Esa es la reflexión que se hacen muchos altos funcionarios del régimen desde el CNE, pasando por el TSJ y llegando hasta Fuerte Tiuna.
Inmolarse por este régimen significa estar dispuesto, literalmente, a morir por una causa deforme y difusa.
Sería morir por la moral y las prácticas que representan personajes como Nicolás Maduro y Diosdado Cabello.
¿Vale la pena?
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