En el manual de guerrilla política y psicológica de la dictadura del siglo XXI el miedo y el terror son estrategias claves para inmovilizar a la sociedad.
Desde el año pasado el régimen se sabe perdedor del apoyo popular.
Cada día el gobierno ha ido de más a menos.
Las elecciones parlamentarias de diciembre 2015 fueron un punto crucial en el deterioro político del régimen marcadas por la pérdida del control del parlamento.
Desde ese momento el gobierno ha tenido que retroceder palmo a palmo para finalmente llegar al 1ro de septiembre cediéndole toda la calle y sus bastiones populares a la oposición.
Esto ocurre en medio de la represión policial y militar más brutal que alguna vez haya conocido Venezuela.
Hay que revisar en las hemerotecas las ediciones de El Nacional y Ultimas Noticias del decenio 1948 a 1958 para comparar si la dictadura de Pérez Jiménez fue tan brutal como la de Maduro y el PSUV hoy.
Habría que comparar los crímenes políticos de la Seguridad Nacional, policía política de Pérez Jiménez, con los del SEBIN.
Por cierto Jose Vicente, ¿tenía la SN cámaras de tortura como La Tumba?
Hay que rescatar el valor de la comparación histórica entre el cruel Pedro Estrada, hombre fuerte del régimen de Pérez Jiménez, y el jefe de la pandilla de torturadores rojos, Diosdado Cabello.
Hoy, así como entonces, la dictadura al perder todo apoyo popular se esconde tras la cortina negra del miedo y el terror para tratar de paralizar a la sociedad.
Así lo hizo Pérez Jiménez quien antes de huir del país aumentó la represión y la persecución contra la oposición.
Pero hoy así como en los años 50 el pueblo también parece haber perdido el miedo al terrorismo y la tortura que el régimen aplica a sus adversarios.
La pérdida del miedo ha sido una onda expansiva que comenzó en las calles, en las colas y hoy se extiende hasta los cuarteles y las oficinas mismas del gobierno.
Empleados civiles y militares no ocultan su apoyo a la protesta que hoy 1ro de septiembre exige un cambio democrático en Venezuela y expulsar al dictador del poder.
Muchos se atrevieron a firmar y mantener sus firmas en apoyo al Referéndum Revocatorio. A pesar de las amenazas de ser botados de sus trabajos por traicionar la revolución.
Pero estos empleados públicos que se rebelan contra las órdenes del régimen son solo una fracción del resto del país.
En la calle es donde el miedo infundido por el régimen sufre su derrota más miserable.
Millones de venezolanos que en 1998 eligieron a Chávez como Presidente y en 2002 salieron a defender su gobierno frente un golpe de estado hoy se lanzan a la calle como un río indetenible y crecido a exigir el fin de la dictadura.
Estos millones de venezolanos que alguna vez fueron chavistas hoy sienten vergüenza y repugnancia de la tara que gobierna al país.
El respeto hacia el régimen y sus poderes se había perdido hace tiempo.
Hoy le han perdido el miedo.
Esos venezolanos se rebelan hoy en las calles de Caracas y de Venezuela en contra de la manipulación política que quiere cambiar comida por votos y de la represión militar que trata de detener la voluntad democrática con una tanqueta.
Ni policías, ni militares, ni bolsas de comida, ni mercales a cielo abierto podrán difundir suficiente miedo para inmovilizar al país.
De hecho, ya no pudieron.
Por eso ayer dijimos que más allá de las trampas y los fraudes que se cocinen en el TSJ y el CNE para tratar de retardar el Revocatorio ya la marcha del 1S es victoria.
Perderle el miedo al régimen y salir resueltamente a la calle a enfrentarlo es la victoria política más importante que haya tenido la sociedad venezolana en su lucha contra la dictadura roja.
Y está ocurriendo hoy, 1ro de septiembre de 2016.
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