Lo que pasó el 1ro de septiembre estaba anunciado de mil maneras.
En la calle, en las colas, en las redes sociales.
La paciencia con este gobierno se acabó.
Los sectores populares que antes fueron los bastiones del chavismo se voltearon para reclamar su salida del poder.
Todas las encuestas, hasta las del gobierno, mostraban el alto grado de decepción e indignación de los venezolanos.
La última en publicarse fue la de DatinCorp del agudo analista Jesús Seguías.
El estudio de campo proyectaba una potencial intención de asistir a la marcha de la oposición sobre el millón y medio de personas.
Muy profesionalmente el estudio advertía que eso no significaba necesariamente que efectivamente sería así ya que la asistencia de la gente a la marcha depende de muchos otros factores en un contexto marcado por el miedo y las presiones del gobierno.
Por su parte la MUD jugó hábilmente con las expectativas a la hora de convocar la movilización.
Nunca quiso la MUD caer en la tentación de especular con los números y las proyecciones.
La expectativa planteada fue más bien cualitativa.
Más que tratar de adivinar cuántas personas podrían ir a la marcha la MUD insistió en la necesidad de movilizarse para derrotar el miedo y derrotar al gobierno.
Las horas preliminares a la Toma de Caracas estuvieron marcadas por el brutal recrudecimiento de la represión policial y militar.
La estrategia del gobierno era muy clara.
Tratar de amedrentar a la sociedad para desmovilizarla con estrategias de miedo y terrorismo.
En ese empeño el gobierno puso todo el peso de su acción violenta.
Pero no funcionó.
El 1ro de septiembre desde muy temprano comenzaron a llegar a Caracas personas de diferentes ciudades del país.
Caminando, pidiendo cola, venciendo cada alcabala en el camino.
La gente fue entrando a la ciudad a pesar de la orden impartida por Diosdado de cerrar todos los accesos.
Pero lo más revelador fue observar los sectores populares de Oeste al Este de Caracas atravesar autopistas y avenidas para llegar a los sitios de concentración.
Es muy significativo porque se trata de sectores que durante muchos años favorecieron al chavismo con sus votos.
Y hoy decidieron cambiar su franela roja por una camisa de cualquier color para expresar su opinión política en la calle, donde habla el pueblo.
La primera victoria del 1ro de septiembre para la oposición fue lograr que efectivamente la marcha se realizara más allá de las amenazas e intimidaciones del régimen.
La segunda victoria fue entrar en sintonía con amplios sectores urbanos de Caracas que históricamente venían apoyando al gobierno.
A esto habría que agregar que el desarrollo de toda la jornada en un marco de respeto y civismo ciudadano dio al traste con la intención del régimen de jugar a la violencia para descalificar la protesta.
Que no haya existido violencia el 1ro de septiembre debería ser una victoria para las fuerzas del orden público que tuvieron que proteger más de millón y medio de personas en la calle.
Pero no para este gobierno que siempre abona lo suyo a la violencia.
Para ellos la marcha pacífica sin alteraciones del orden público fue una absoluta derrota.
Como resultado de la jornada de ayer queda claro que la oposición le disputa y le arrebata amplios territorios al chavismo.
Se puede decir que el chavismo perdió la calle donde por muchos años se mantuvo invicto.
Ese cambio en la dinámica política lo vivieron ayer operadores como Diosdado Cabello y José Vicente Rangel, quienes junto a Nicolás Maduro fueron testigos de una cualidad concentración en la avenida Bolívar de Caracas.
Mientras la oposición lograba movilizar exitosamente más de millón y medio de venezolanos en tres avenidas de Caracas el gobierno tuvo que conformarse con una concentración que modestamente llegaba a las 10 mil personas.
Ahi estan las imagenes y las tomas cerradas de la tarima difundidas por VTV.
La desesperación fue inmensa que Diosdado se confundió y sacó de su archivo una foto de 2012, cuando Chávez aún estaba vivo, y la publicó en twitter asegurando que esa era la concentración de ayer.
Los mismos chavistas le cayeron a palo al hombre del mazo y le recordaron que en la foto publicada no aparecían los edificios de la Gran Misión Vivienda.
Mal podría ser la imagen de 2016 cuando estos edificios hoy lucen sólidos y estables en el corazón de la avenida Bolívar.
En el fondo de la imagen publicada por Diosdado se podía apreciar la pancarta con los ojitos de Chávez colgando de lo alto del edificio de la Asamblea Nacional, justamente de los tiempos cuando Diosdado era el amo del poder legislativo.
Ciertamente no fue el 2016.
Después del 1ro de septiembre al chavismo le toca reconciliarse con la realidad.
Esto es, asumir con madurez que es minoría, rectificar y replantear su propuesta política si realmente tiene intenciones de seguir en el juego democrático y de regresar algún día al poder.
Parte de esto significa darle paso al Referéndum Revocatorio y aceptar el cambio democrático sin más condiciones que las establecidas en la Constitución y las leyes.
No hacerlo es suicida.
Sobre todo hoy 2 de septiembre de 2016 cuando es evidente que hay menos chavistas que ayer.
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