El CNE no quiso ratificar ayer lo que es ya una decisión firme del Gobierno, PSUV y Alto Mando Militar.
Tal como lo informó Nelson Bocaranda, sin mayores detalles, la decisión es bloquear todas las vías al Referéndum Revocatorio.
Para esto ya el CNE tiene dispuesto un número insuficiente de máquinas para recaudar el 20% de firmas y que la recolección de estas sea calculada en base a cada estado y no en base al circuito nacional como, según la ley, debería ser.
Las rectoras oficialistas del CNE han podido aprobar estas medidas ayer en la mañana o en la sesión de la tarde tal como estaba pautado.
Tienen los votos y les sobran las ganas.
Pero hay dudas.
Ellas y otros operadores del régimen saben perfectamente que lo que están a punto de decidir no viene libre de consecuencias.
Por eso ayer se les fue el dia y la noche en consultas con Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y Jorge Rodríguez para ver si hay cambio de seña.
El régimen enfrenta un dilema crucial.
Y todas las vías conducen al mismo infierno.
Por donde lo quieran ver no tienen salvación.
Si el régimen flexibiliza su posición y accede a la petición de la MUD de incrementar el número de máquinas y aceptar la recolección nacional de firmas estaría entregándole el poder a la oposición.
Sencillo.
En este escenario el único atenuante para ellos sería posponer la recolección de firmas para finales de Octubre, o para Noviembre o Diciembre de manera que la consulta electoral ocurra una vez que haya pasado la mitad del periodo y esto permita que el Vicepresidente sustituta a Maduro.
Es el escenario de la transición dentro del chavismo usando la fuerza de la oposición.
La otra opción es que el régimen mantenga su posición de limitar drásticamente el número de máquinas, obligar a que la recolección de firmas sea por estado y agregar otras medidas que burlan la voluntad de los ciudadanos y haga imposible la convocatoria del Revocatorio.
La apuesta es doble y su efecto nefasto, para todos.
De ser así le tocaría a la oposición valorar si está en condiciones logísticas de vencer esos obstáculos y aceptar esas medidas con el riesgo de no lograr el mínimo de firmas necesario o por el contrario rechazar la decisión del CNE y negarse a participar en un proceso viciado.
Esto último es lo que en realidad quisiera el gobierno.
En esto es que confluyen todos los esfuerzos desde el fallido diálogo hasta la arremetida represiva del régimen contra la oposición.
El propósito del régimen siempre ha sido que la oposición abandone su petición del Revocatorio, que le haga el trabajo al gobierno pues.
Pero en la MUD también juegan ajedrez por lo que abandonar es una posibilidad que aunque algunos factores de la oposición no la descarten no luce probable.
Entonces hoy sabremos si el régimen decide aflojar su posición y permitir condiciones justas para la recolección de las firmas.
También sabremos si la oposición rechaza estas condiciones o acepta ir a una inmolación casi segura en un intento heroico de recoger esas firmas en condiciones imposibles.
Independientemente de si la oposición acepta o no las condiciones leoninas queda claro ante Venezuela y el mundo que el gobierno venezolano es una dictadura que niega las formas democráticas a sus ciudadanos.
Negar el Referéndum por la vía del fraude técnico y las condiciones imposibles trae consigo un inevitable costo politico que el régimen debe evaluar.
Una medida de este calibre desataría las fuerzas que tratan de sostener al gobierno para entrar en un imparable modo de implosión.
Este cuadro abriría otras opciones que el gobierno no puede controlar como una segura intervención de la OEA que tanto teme el régimen.
El gobierno tiene al monstruo del Revocatorio agarrado por el cuello.
Si no aprieta suficiente, se le puede safar y recibir toda su furia.
Si se le pasa la mano lo estrangularía desatando demonios peores y desconocidos.
¿Se atreverán?
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