Bien informado, como siempre, el veterano periodista Nelson Bocaranda confirmó lo que, según sus fuentes, será el destino del Revocatorio: No habrá referéndum porque el gobierno se opone.
¿Alguna sorpresa?
Más allá de la confirmación de una noticia que ya se sabe, por parte de uno de los hombres mejor informados de Venezuela, no hay nada nuevo.
Bocaranda solo confirma la nauseabunda verdad que algunos se niegan a aceptar.
Que el régimen se oponga con furia el Revocatorio este y el otro año, por muy desalentador que sea, no debería ser sorpresa para nadie.
Sorpresiva es la actitud de quienes se muestran sorprendidos por algo que ya se sabe que es así.
El gobierno nunca ha ocultado que no quiere referéndum este año.
Es más, sus voceros han sido muy claros en esto.
Hasta el cansancio, con coro militar y todo, Diosdado Cabello lo ha repetido por televisión.
“No hay Revocatorio, ¿cómo quieren que se los diga?”
Pero la hegemonía psicológica y comunicacional del régimen ha tenido un éxito parcial al imponer la idea que su posición (en contra del revocatorio) por inmodificable también es irreversible e inevitable.
Con la maquillada imagen de la “inevitabilidad” el régimen ha logrado de alguna forma inhibir y hasta doblegar emocionalmente a algunos sectores de la sociedad y hasta líderes de la oposición
Estos últimos, víctimas de la falta de claridad y debilidad de carácter, parecen perder la perspectiva de la lucha política y comienzan a fabricar argumentos “razonables” que sólo disimulan un deseo desesperado por claudicar una lucha que desde ya consideran perdida.
El argumento con olor a creolina es barnizado con la falacia de “el gobierno tiene todo el control para bloquear el Revocatorio (argumento cierto), mejor negociar para lograr algo porque de todas formas será como ellos digan (argumento cuestionable).
Estos dirigentes de oposición convienen en ir a negociar con el gobierno desde una posición de debilidad política y emocional.
Pero lo más grave es que en su análisis de la situación parten de la premisa que el hecho político es definitivo e inmodificable en sí mismo.
En otras palabras, ellos asumen la negación de la política como el arte y la ciencia para justamente cambiar circunstancias adversas y transformarlas en condiciones más favorables para tomar el poder.
No entender esta máxima esencial de la política nos puede llevar directo al fracaso.
Y quienes así piensan pueden ser nuestros hermanos, preñados de bondades y de buenas intenciones, pero están política y emocionalmente descalificados para liderar esta lucha.
Que el régimen tenga hoy el control de todos los hilos del poder para hacer lo que le dé la gana con el Revocatorio no significa que eso no pueda revertirse y cambiar mañana.
Más aún, el hecho que el gobierno logre efectivamente diferir el Revocatorio para el otro año y hasta suspenderlo no es una razón para cancelar desde ya la lucha por el Referéndum.
Esta intención disimulada de rendirse solo estaría inspirada en la miopía y el cortoplacismo.
Y aquí vale el llamado de atención que Bocaranda le hace a la oposición.
En su comentario radial Bocaranda agrega brevemente su aporte al insumo informativo y dice que “la MUD debe hablar claro sobre esto (que no habrá Revocatorio, según sus fuentes).”
Hablar claro significa que la MUD se sacuda la hechicería del cortoplacismo y ponga la lucha por la democracia en una perspectiva de corto, mediano y largo plazo.
Derrotar al régimen chavista con más de 17 años en el poder es una tarea compleja que no se va a lograr de la noche a la mañana.
Ni siquiera con una victoria contundente en el Revocatorio.
Derrotar al chavismo será el resultado de luchas continuadas, de pequeñas victorias y derrotas, que en conjunto acumulen fuerzas y energías de la sociedad para desmontar el tinglado bolivariano y construir un modelo diferente.
Pretender o sugerir que es algo tan fácil como soplar y hacer botellas es lo que conduce a debilidades de carácter que terminan en claudicación y hasta, lamentablemente, en traición.
Nelson Bocaranda solo dijo la verdad.
No habrá Revocatorio porque el gobierno no lo va a permitir.
Entonces, la pregunta es ¿qué hacemos hoy?
¿Cómo cambiamos eso?
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