La intención del régimen siempre fue muy clara desde el principio.
Usar a Rodríguez Zapatero para tratar de disuadir a la oposición en su empeño de convocar el Revocatorio.
El gobierno conocía de las afinidades políticas entre Rodríguez Zapatero y algunos dirigentes de la oposición lo cual facilitaría la encomienda.
A la misión del expresidente español había que adornarla con los ribetes de “diálogo y negociación” para no hacerla lucir tan vil y siniestra.
Así se dieron los primeros contactos y las primeras reuniones por separado las cuales fueron ventiladas y manipuladas a conveniencia por el gobierno para tratar de sembrar intriga en la oposición. Infidencias que, por cierto, nunca fueron condenadas por el político español.
Desde el principio, en privado y sin edulcoradas frases, Rodríguez Zapatero lo puso en la mesa: El gobierno no quiere el Revocatorio en 2016 porque lo pierde.
Y con esa condición innegociable comenzaba la negociación.
A partir de ese momento gobierno y oposición han explorado formas y maneras para tratar de conciliar lo que parece irreconciliable.
En el desarrollo de su misión Rodríguez Zapatero se fue quitando sin mucho enfado la careta de negociador para asumir su rol abierto como operador y emisario del régimen.
En esa condición de emisario del gobierno visitó a Leopoldo López en Ramo Verde y hasta declaró que trataría de convencer a Capriles para que desistiera del Revocatorio.
Hoy Rodríguez Zapatero es el hombre al que hay que acudir para pedir la liberación de un preso político o para mandarle un papelito a Maduro.
Y él lo hace con gusto.
Eso parece darle sentido a su vida que políticamente no podria estar mas devaluada y desinflada en España.
Pero los tiempos se están agotando y la presión sobre el gobierno aumenta ante la dramática debacle nacional.
La crisis ha llevado al régimen a un punto casi insostenible donde hace falta algo más que llevarle los recados Maduro.
Se acerca la hora de ponerle fecha al Revocatorio (o de negarlo) y de comenzar a hablar de la transición (dentro o fuera del chavismo) con todas sus implicaciones.
Para ese momento los servicios de Rodríguez Zapatero ya no serán requeridos.
Será la hora de verle la cara a los verdaderos negociadores, no a los emisarios.
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