La tesis de la negociación con el gobierno ha sido la posición política que más controversia ha creado en la oposición.
Aunque no todos en la MUD suscriben esta propuesta parece existir disposición en explorarla.
El temor a una percepción de claudicar la lucha en lugar de negociar condiciones llevó a la MUD a rodear el asunto del más absoluto secretismo.
Entonces la discreción fue percibida como falta de transparencia.
La falta de claridad de la MUD en explicar los objetivos que persigue en su negociación con el gobierno ha dado pie para todo tipo de especulaciones.
Se habla de liberar presos políticos, convocar a elecciones generales en el 2018, restablecer la comunicación entre Miraflores y la Asamblea Nacional, todo esto a cambio de no realizar el Referéndum revocatorio en el 2016.
Las especulaciones aumentan proporcionalmente al nivel de frustración y ansiedad que hay en la calle ante la ausencia de una narrativa clara y coherente.
Desde la misma oposición hay quienes con toda razón critican la falta de claridad de la MUD sobre la agenda y el propósito de estas conversaciones.
También desde el régimen se ataca a la MUD al presentarla como débil por, justamente, sentarse a conversar con el gobierno.
La idea que se intenta posicionar es que de alguna manera la oposición representada en la MUD quiere entregar la lucha por el Revocatorio en aras de otras cosas que tampoco están claras.
Todo parece indicar que el diálogo-negociación propuesto por el gobierno es una emboscada para lograr el propósito doble de darle tiempo al régimen y desprestigiar a la oposición.
La MUD debe darse un debate honesto y descarnado sobre este tema. Tiene que evaluar si en realidad esta frente una oportunidad o una trampa.
¿Puede la oposición confiar en la palabra de un régimen dispuesto a decir lo que sea para salvarse?
Hay que recordarles que solo la gente honorable actúa de buena fe.
Pero esto es política.
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