Se prendieron las alarmas
en el PSUV y en el gobierno.
Hay angustia.
Nicolás Maduro es
colombiano.
De una u otra manera es
colombiano e inhábil para ejercer como Presidente Constitucional de Venezuela.
Bien sea que haya nacido
en Cúcuta o por el hecho de ser hijo de madre colombiana y no haber renunciado oportunamente
a su nacionalidad colombiana derivada de su parentesco.
Siempre fue así.
El problema es que ahora
se sabe.
Es del dominio publico y
esa onda expansiva no la para nadie.
De eso se habla en el
PSUV donde ya hay borradores de lo que podría ser una estrategia de respuesta.
Al principio PSUV y
gobierno trataron de restarle importancia al asunto.
Pero la presión ha ido
en aumento. No solo fuera pero, fundamentalmente, dentro del partido y de las
Fuerzas Armadas.
De restarle importancia
al asunto ahora el PSUV trata de recuperar la ofensiva y busca descalificar los
hechos.
Cuando uno de los
operadores del PSUV como José Gregorio Vielma Mora responde con un tajante “Maduro
es venezolano y punto” se sabe que el misil de la nacionalidad colombiana del Presidente
dio exactamente en el blanco.
Eso es justamente lo que
Vielma Mora, el PSUV y el gobierno quisieran. Un “y punto” definitivo que le
ponga final a este debate incómodo.
Que se vaya de la mente
de la gente, que se borre y desaparezca de las conversaciones en Fuerte Tiuna.
Pero no, el tema de
nacionalidad colombiana de Nicolás Maduro llegó para quedarse.
Es incómodo, álgido pero
inevitable para quienes hoy ejercen el poder y tendrán que, irremediablemente, enfrentarse
a ese monstruo que les sigue creciendo cada hora.
Este es un momento de
definiciones para el gobierno y la oposición.
El gobierno tratará de
alienar, una vez más, a sus peones del TSJ para proteger a Maduro y fabricar otro
exabrupto jurídico.
Es pedir demasiado. ¿Lo harán?
Para la oposición es una
oportunidad única sumada al variopinto menú de opciones para salir de Maduro.
Pero justamente por sus características
este tipo de situación requiere centrarse con la precisión de un rayo láser y
dejar a un lado las tesis ruidosas de apuntar a varios blancos al mismo tiempo.
O en otras palabras, la oposición
debe suspender, temporalmente, TODOS sus esfuerzos de destituir a Maduro por
otras vías y enfocarse en una acción Constitucional y política contundente para
declarar la incompetencia de Nicolás Maduro para ejercer como Presidente de
Venezuela.
Una vez más situaciones
como esta ponen a prueba el temple de los políticos de uno y otro bando.
El manejo de esta situación
permitirá calibrar no solo la experiencia y la habilidad de los operadores políticos
sino también su intuición y su claridad.
Tal como ocurría en los
duelos del viejo Oeste norteamericano, quien pestañeé primero pierde.
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