El interés del gobierno en ocultar los hechos de Tumeremo es evadir su responsabilidad en la política permisiva que ha tenido con las mafias del oro en Guayana.
El gobernador de Bolívar
Rangel Gómez se apresuró a negar el incidente.
Nicolás Maduro tardó
casi 72 horas para hablar del hecho.
Acusado por la presión
de la opinión pública, las redes sociales y los propios militares el General
Padrino López fue el único vocero oficial que anunció una movilización militar
para investigar lo ocurrido.
Gracias a la valiente y
oportuna intervención de los parlamentarios Américo De Grazia y Andrés Velázquez
el mundo se pudo enterar de esta masacre, que tal como se ha dicho no es la única.
Solo es una de las pocas que logro escapar a la censura oficial.
Presionado por la fuerza
de los hechos los órganos policiales no tuvieron otra alternativa que abrir una
investigación y ya han logrado identificar al autor intelectual.
Pero ya se ve la intención
del régimen de tratar de sacarle provecho político al incidente.
Aunque las
investigaciones aun están en desarrollo el ministro González López esta construyendo
las premisas para culpar a la oposición de la masacre de Tumeremo.
Cada vez que el gobierno
califica delitos comunes cometidos por hampones como delitos con motivaciones políticas
es porque inmediatamente intentará usarlos para desacreditar a la oposición.
En el negocio de
manipular delitos comunes con provecho político el gobierno ya tiene toda una
estrategia altamente predecible.
La primera respuesta es
negar el incidente. Tal como ocurrió con la masacre de Tumeremo.
Luego, viene la fase de
implicar a estas bandas de hampones como extensiones de grupos de ultraderecha.
Finalmente, inventan un
presunto nexo entre estos grupos y algún político de la oposición o algún otro adversario
político.
En estos casos la versión
oficial siempre tiene el mismo final: La oposición es la culpable.
Veremos al régimen
tratando de incriminar a la oposición política en la masacre de Tumeremo y
hasta acusando da De Grazia y Velázquez de cómplices.
De esta dictadura nada sorprende.
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