Maduro nunca ha sido una
figura destacada por su capacidad en las filas del oficialismo.
Siempre gozó de la protección
de Chávez y aunque su incapacidad era evidente los deseos del Comandante siempre
se respetaron.
Cuando Chávez lo escogió
como su sucesor no hubo sorpresa.
Pero si un dejo de decepción
en su circulo inmediato.
Tal como se esperaba
Maduro se ha convertido en el enterrador de la revolución bolivariana.
En el gobierno y el PSUV
se le critica y se le ridiculiza en privado.
Sus incoherencias y su fingido
acento cubano son motivo de burla y chistes en los pasillos del gobierno.
Mas que solidaridad hay
lastima por un hombre que aunque incapaz siempre ha sido dispuesto y
voluntarioso al servicio de la causa.
Condición que nadie en
el oficialismo objeta.
Sea solidaridad o
lastima esa obligación de “protegerlo” como el ultimo deseo del Comandante
parece estar llegando a su final.
Cada día aumenta la
angustia en el gobierno y las FFAA ante una verdad inocultable: Mas allá de los
formalismos Nicolás Maduro es colombiano.
La sospecha que hasta
ahora había sido soslayada como una maniobra política de sus adversarios ahora
parece confirmada.
Ante la avalancha de
evidencias el propio Maduro se ha visto obligado a confesar entre los suyos la
verdad de su doble nacionalidad.
En una petición desesperada,
como acto último y definitivo de solidaridad, Maduro le ha confiado su situación
a colaboradores cercanos, civiles y militares, a quienes ha pedido ayuda.
El argumento de que se
trata de un ataque más de la derecha es solo para el consumo del público.
En las interioridades
del PSUV se trata de vender la tesis que la doble nacionalidad de Maduro es un “asunto
de todos y todos tenemos que restearnos.”
Pero NO todos están
de acuerdo con esta tesis.
Hay opiniones
divergentes en la filias oficialistas sobre como tratar esta situación.
En lo que si hay acuerdo
es en el nivel de angustia.
Al día de hoy el oficialismo
hace sus mejores esfuerzos por tratar de buscar una solución “dentro de la revolución”
que en ningún momento le otorgue ventajas a la oposición en su empeño por
remover a Maduro.
Por lo menos antes de
tiempo.
Y ese “tiempo” para
algunos podría ser febrero de 2017.
El problema es que para
fabricar una situación que proteja a Maduro por casi un año implica involucrar
a varios elementos de diferentes instancias del poder público en calidad de
encubridores.
Seria asumir demasiada
responsabilidad en nombre de un Presidente que todos admiten esta “técnicamente”
caído.
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