En la lucha por recuperar la nación venezolana de las garras de la tiranía chavista es preciso hacer una breve pausa para revisar dónde estamos y plantear algunas hipótesis de análisis y resolución.
Lo
fundamental en la política venezolana no ha cambiado. Seguimos enfrentados al
Estado chavista que define los términos de su legalidad y establece las
instituciones que mediante el auxilio de su fuerza armada se impone por la
fuerza sobre el resto de los venezolanos.
La
total ausencia de instituciones que representen a un Estado nacional y la falta
de condiciones y garantías políticas plantean una grave crisis de Estado y no
de gobierno como equivocadamente sigue asumiendo la falsa oposición. Con instituciones democráticas y garantías
políticas la crisis de un mal gobierno como el de Nicolás Maduro podría ser
corregida mediante unas elecciones en procesos como los que se han dado en
Colombia, Chile y Argentina, donde de alguna forma existen mecanismos para la
alternabilidad.
Este
no es el caso de Venezuela que se parece más al modelo cubano en cuanto a las
formas de control político y militar combinados con la propaganda para sostener
en el poder a la macolla gobernante.
Sin
embargo, la falsa oposición sigue insistiendo en una estrategia basada en
negociaciones y elecciones con la vana esperanza que algún día el régimen
chavista haga algunas concesiones que permitan su derrota y en forma
consecuente entregue el poder. El chavismo acepta esta fórmula binaria primero
porque conviene a su falso discurso de apertura y segundo porque es la mejor
forma de mantener controlada a su falsa oposición siempre ilusionada e
ilusionante sobre las esperanzas electorales.
La
falsa oposición no oculta que el éxito de su estrategia
negociaciones-elecciones depende enteramente de la presión que ejerzan los
Estados Unidos, ni siquiera de esa asociación de intereses difusos llamada
pomposamente comunidad internacional. Y en efecto los EEUU se han involucrado
en el proceso desde una perspectiva etic
en estricta defensa de sus intereses estratégicos como es lógico.
La
política norteamericana hacia Venezuela la cual hemos criticado por improvisada
tiene sus matices y distinciones entre las administraciones de Donald Trump y
Joe Biden, pero en esencia ambos enfoques responden a una sola política
coherente que consiste en defender los intereses de los EEUU y su hegemonía en
la región como potencia imperial, muy por encima del descalabro que podría
estar ocurriendo en Venezuela.
Por
eso, la política exterior norteamericana luego de reconocer el caricaturesco
gobierno interino de Juan Guaidó comprendió que era una jugada montada en el
aire que no conducía a nada y muy pronto comenzó a trabajar con los operadores
de la falsa oposición para elegantemente y sin desaires desmontar ese parapeto.
Quedó la imagen de una falsa oposición que resolvió acabar con esa jugosa e
inagotable fuente de corrupción llamada Interinato para así pasar a una fase -¡a
otra más!- de negociación con el régimen chavista. Pero eso no habría ocurrido
de no haberlo resuelto previamente el gobierno norteamericano.
De
México a Barbados, con pausas y contramarchas, en los meses siguientes al
desmantelamiento del hamponato interino quedaría muy claro que la única negociación
que vale y la que en realidad cuenta es la que se ejercita entre el Estado
norteamericano y el Estado chavista en la cual la falsa oposición venezolana
está pintada en la pared y es informada por redes sociales.
Al
ponerle precio a la cabeza de Nicolás Maduro y otros jerarcas del régimen
chavista y al aplicarle a Venezuela unas sanciones inocuas y simbólicas el
gobierno norteamericano aliviaba la presión interna de electores que exigen
mano dura contra la tiranía chavista y de alguna manera quedaba bien con
millones de venezolanos esperanzados en la ayuda e intervención del amigo norteamericano
para librarse de la pesadilla chavista.
Pero
al mismo tiempo la política realmente existente del imperio norteamericano
ejerciendo un comprensible pragmatismo en defensa de sus intereses levantó las
sanciones simbólicas contra Venezuela, liberó a los narcosobrinos y por si
fuera poco en un intercambio de prisioneros liberó a Alex Saab. Aquí hay que
hacer una mención especial a la entrega del Teniente de la Guardia Nacional
Pedro Naranjo a Venezuela por parte de los EEUU haciendo caso omiso a los
ruegos de sus familiares. Más que una extraviada decisión burocrática la
entrega del militar venezolano parece el postre de ese macabro banquete para
ofrendar al chavismo.
Todo
esto ante la expresión boquiabierta y de incredulidad de millones de
venezolanos. Todo eso, que no es poca cosa, a cambio de nada, de nada para la
falsa oposición que aún está esperando por condiciones más o menos justas para
unas elecciones y que le permitan inscribir a su candidata.
Al
reconocer al Estado chavista como el poder político y militar realmente
existente en Venezuela y negociar directamente con esa estructura el gobierno
norteamericano dinamitó cualquier posibilidad de relevancia o representatividad
que la falsa oposición MUD/FA y su candidata pudieran tener. Los Estados Unidos
han validado la tesis de Jorge Rodríguez de entenderse directamente con los
norteamericanos. De aquí en adelante el chavismo no tendrá ningún incentivo para
negociar con otro factor que no sea el propio gobierno norteamericano.
¿Qué
se puede esperar en los próximos meses en relación a la salida electoral? Sobre
esto ya Joe Biden adelantó por donde vienen los tiros “Nicolás Maduro está
cumpliendo su compromiso de celebrar elecciones democráticas en Venezuela”.
Esto quiere decir que, con la anuencia de los Estados Unidos, la farsa electoral programada para el 2024
podría realizarse o suspenderse indefinidamente con el pretexto de la supuesta
guerra con Guyana. Da lo mismo porque todo será resuelto con arreglo a la
legalidad del estado chavista y su Constitución de 1999 con la buena pro de los
EEUU. A cambio el régimen chavista seguirá despotricando contra el imperialismo
norteamericano al tiempo que le suministra petróleo barato.
Esta
política de concesiones de los EEUU al régimen chavista es decisiva en estos
momentos para darle oxígeno a un chavismo que también sufre sus propias
contradicciones entre sus clientelas y sus facciones militares. Pero la política
exterior norteamericana estará sujeta a los desarrollos del conflicto provocado
entre Venezuela y Guyana donde desde ya los Estados Unidos participan de una
alianza militar internacional que acompaña a quienes hoy controlan el
territorio Esequibo.
Los
operadores del régimen chavista conscientes de las debilidades estructurales de
su ecosistema saben perfectamente que la luna de miel con los EEUU puede
terminar en cualquier momento y depende más de la guerra Rusia-Ucrania y el
conflicto Venezuela-Guyana que de cualquier otra cosa. Frente a esto la lógica
del chavismo sigue siendo la misma. Cada día al frente del Estado chavista es
victoria y es una oportunidad más para saquear.
Al
resto de los venezolanos lo que se nos plantea es deslastrarnos totalmente de
las políticas y las falsas ilusiones electorales de la MUD y sus candidatos.
¿Por qué? porque bajo el Estado chavista y su legalidad no hay salida electoral
posible. ¿Qué hacer? Replantearnos los ejes de la lucha hacia lo político y
social, no lo electoral. Organizarnos en sindicatos y gremios, más que en
partidos políticos, para articular en forma orgánica el descontento frente a la
crisis nacional y el rechazo al régimen chavista que crece y se multiplica
hasta en sus propias clientelas civiles y militares.- @humbertotweets
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