La perversión en la praxis política venezolana no solo consiste en un régimen que persigue, encarcela y asesina para mantenerse en el poder, sino también en una falsa oposición que se presta para el macabro juego de degradar a los presos políticos, civiles y militares, como fichas de negociación.
Una
negociación correctamente planteada al régimen chavista, con claridad y
contundencia, no puede caer en la manipulación chavista de clasificar a los
presos políticos en presos de primera, de segunda y de tercera categoría.
Los
presos de primera son aquellos que son más publicitados por los partidos y
cuyos nombres siempre están en la mesa de negociaciones entre el oficialismo y
su falsa oposición. Generalmente son civiles que han formado parte o han estado
relacionados con el cuadro directivo de las franquicias partidistas.
Hay
un segundo grupo de presos políticos cuyos nombres son usados para hacer bulto
en las listas pero son más que todo activistas y operadores de menor rango de
los partidos o simples ciudadanos que ingenuamente creyeron que en Venezuela
hay libertad de expresión y hoy están presos por tuitear contra el régimen.
Pero
hay un tercer grupo de presos políticos, donde la mayoría son militares y hay
algunos civiles, del cual muy pocos o casi nadie se ocupa. Aquí se encuentran
en su mayoría los que están procesados
por causas militares, pero cuyo denominador común es que por su condición o por
no tener vinculaciones orgánicas con las franquicias partidistas muy pocas
veces sus casos son visibilizados y casi nunca sus nombres son mencionados en
las mesas de negociaciones.
Hay
muchos civiles y militares en este tercer grupo. Solo por tomar un criterio de
antigüedad podemos nombrar entre otros a los tres policías metropolitanos que
aún permanecen presos Erasmo Bolívar, Héctor Rovaín y Luis Molina; y a los
hermanos Guevara, Rolando, Otoniel y Juan Bautista.
Los
abogados defensores de los policías metropolitanos y los hermanos Guevara han
hecho un verdadero doctorado en Derecho Penal al demostrar procesalmente la
inocencia de sus defendidos cientos de veces en todas las instancias de la
justicia chavista. Pero la casi exactitud científica del Derecho Penal siempre
termina estrellándose contra la realidad política de un régimen que se empeña
en mantenerlos presos para intimidar al resto de la sociedad y una falsa
oposición que se avergüenza en defenderlos porque no quiere provocar la ira del
chavismo.
Con
la misma obstinación que el régimen chavista se empeñó en liberar a Alex Saab
la falsa oposición ha debido hacer un punto de honor el no participar en farsas
electorales hasta que no se liberen todos los presos políticos, civiles y
militares, comenzado por los más antiguos, los policías metropolitanos y los
hermanos Guevara.
Es
un asunto de claridad e integridad en la praxis política. No puede haber
elecciones sin condiciones ni garantías y menos aún con presos políticos.
Que
la falsa oposición y sus voceros hayan aceptado como normal algo que es una
aberración dice mucho de lo que de ellos se puede esperar. No es normal ir a
votar con incertidumbre, sin condiciones ni garantías. No es normal ir a votar
con presos políticos, así como es inaceptable la falacia de llamar a votar
“para liberarlos con el voto”. No comprometerse con la liberación de todos los
presos políticos, civiles y militares, y entregarse incondicionalmente a la
farsa electoral es la mayor traición de la falsa opción venezolana.- @humbertotweets
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