Para los efectos de este artículo tenemos que establecer una clara distinción entre moral y ética. Para evitar enredarnos en inútiles discusiones retóricas que alimentan la confusión diremos que, siguiendo los parámetros planteados por el filósofo español Gustavo Bueno, entendemos por moral el conjunto de normas que busca la preservación de un grupo y por ética aquellas orientadas a la protección del individuo o la persona.
De
esta distinción podemos desde ya obtener algunas conclusiones. Por ejemplo, que
no siempre moral y ética van a coincidir y que por el contrario muchas veces se
encuentran en una irreconciliable confrontación dialéctica. También podemos
decir que un grupo de delincuentes tiene unos valores morales que no son los
mismos valores ni la misma moral de la sociedad en que están insertos y que
ellos tratan de pervertir.
Con
este breve preámbulo podemos argumentar que en Venezuela efectivamente hay una
moral chavista que busca la preservación y recurrencia de ese grupo y que está
enfrentada a la moral de la sociedad venezolana que defiende valores totalmente
opuestos.
Desde
el control del aparato del Estado el chavismo ha hecho todo lo posible para
destruir material y moralmente la estructura nuclear de la familia como célula
fundamental de la sociedad venezolana. Esto podría parecer un contrasentido si
se piensa que al destruir la familia el chavismo estaría al mismo tiempo
destruyendo las bases en las que se apoya su Estado. Pero lo que privilegia el chavismo no es la
idea de familia sino más bien la de banda, grupo o secta que sirve de sustento
al Estado chavista que no a un Estado nacional venezolano.
En
esta concepción del grupo o secta que sustituye a la familia no hay educación
sino propaganda, no hay empleo sino dádivas, no hay justicia sino fidelidad.
Esto puede explicar que mientras muchos lamentamos la bancarrota material y
moral de la nación venezolana el chavismo la celebra. Porque es precisamente en
el caos y el desmantelamiento de las tradicionales instituciones sociales que el
chavismo puede imponer sus propias estructuras y su propia moral.
La
forma como el chavismo se planteó la liberación de Alex Saab es un magnífico
ejemplo para ilustrar cómo opera la moral chavista. Alex Saab es uno de los
muchos operadores con los que cuenta el régimen chavista para perpetrar
acciones esenciales en el sostenimiento del régimen. Se trata de operadores que
actúan bajo el amparo de la pseudo legalidad del Estado chavista, pero cuyas
gestiones en otros países podrían ser consideradas ilegales.
En
términos instrumentales Alex Saab puede tener igual o menos información que
otro operador como el Pollo Carvajal a la hora de comprometer al régimen para
el cual han trabajado. Más que información incriminatoria lo que en realidad
quisiera obtener alguna agencia policial internacional serían datos precisos de
operaciones o redes de operadores para buscar su neutralización. Pero cuando
este tipo de operadores es detenido normalmente esto obliga a replantear la
ejecución de las operaciones en marcha impactando la utilidad de la información
que el detenido pueda aportar.
De
esto podemos concluir que el valor de cambio de estas fichas no está tanto en
la información que puedan llevar consigo como en el efecto mediático que se
pueda lograr de su proceso de liberación. En esto el régimen cubano ha sido muy
efectivo al orquestar campañas para presentar mercenarios y espías cubanos como
verdaderos héroes nacionales.
Algunos
medios y analistas que orbitan en torno a la falsa oposición se quedaron
anclados en la lectura superficial según la cual para el chavismo era de vida o
muerte liberar a Alex Saab por los supuestos secretos del régimen que él
conocía y podía revelar, como si los contactos no se pudiesen eliminar y las
contraseñas cambiar. Desde ese ángulo limitado era muy difícil explicar todos
los esfuerzos mediáticos que hizo el chavismo para lograr la liberación de Alex
Saab y menos aún explicar la audacia de presentar a un operador de tercera o
cuarta categoría como un diplomático venezolano acreditado.
La
campaña para liberar a Alex Saab tenía dos frentes. El frente internacional con
contenidos en impecable gramática inglesa e intensas campañas de cabildeo
(lobby) entre representantes demócratas y altos funcionarios de la
administración de Joe Biden para quienes un canje de 5 ciudadanos
norteamericanos a cambio de un operador chavista resultaba algo más que obvio.
Pero
el frente interno, el de la política nacional, era en realidad el de mayor
interés e importancia para el chavismo. La campaña por la liberación de Alex
Saab fue vendida dentro del régimen chavista, y especialmente dentro de sus
fuerzas armadas, como los extremos hasta los cuales está dispuesto a llegar el
régimen en defensa de uno de los suyos. Esto es hoy particularmente importante
porque hay desmoralización y deserción entre operadores chavistas muchos de
ellos con órdenes internacionales de captura obligados a disfrutar sus millones
en Venezuela.
El
mensaje que el régimen chavista le envía a sus operadores es que la lealtad
perruna siempre será retribuida hasta los límites más insospechados, como en el
caso de Alex Saab, pero igualmente la traición será implacablemente castigada
sin misericordia con muerte, prisión o destierro así como ha ocurrido con
emblemáticos miembros del régimen tales como Carlos Lanz, El Pollo, Carvajal,
Rafael Ramírez, Luisa Ortega Díaz, y Tareck El Aissami, por citar algunos.
El
régimen chavista está conformado por clientelas y redes de operadores civiles y
militares. Aunque estos elementos actúan como una banda o secta no pueden
evadirse de la realidad socioeconómica en la que están insertos y la que muchas
veces los lleva a sufrir frecuentes y recurrentes crisis de fe y de lealtad con
un sistema que más o menos funciona, pero que se agota en el tiempo. Las
evidencias de este agotamiento se pueden apreciar en las masivas solicitudes de
baja y las deserciones de oficiales militares en todos los niveles.
La
liberación de Alex Saab era esencial para el chavismo y su campaña que trata
desesperadamente de mantener la moral, la cohesión y la lealtad de las partes
de un ecosistema que producto de sus propias contradicciones en cualquier
momento podría implosionar.- @humbertotweets
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