A pesar de la crisis humanitaria y la debacle del país aun quedan chavistas.
Y bastantes.
Son aquellos que siguen añorando los tiempos del Comandante supremo pero que ahora se sienten engañados y rechazan al régimen.
Estos chavistas andan políticamente al garete.
No tienen espacio en el gobierno y menos en la oposición.
No tienen un espacio donde drenar su rabia e impotencia.
Los opositores los miran con recelo y el gobierno los trata con desprecio por traidores.
Pero estos chavistas siguen ahí, dando palo por igual a la derecha y al gobierno.
La verdad es que a pesar de su nostalgia por los primeros años de la revolución al chavismo desenchufado le ha tocado que hermanarse con el resto del país.
Al igual que la inmensa mayoría de los venezolanos sufren las mismas calamidades y humillaciones.
Destaca una diferencia notable entre estos chavistas desengañados y la clase media también atropellada y ultrajada por el régimen.
Mientras esta clase media educada en las posiciones políticamente correctas es respetuosa de las formas democráticas aunque éstas resulten sospechosas el chavismo está dispuesto a tomar un fusil para explicar su posición política, en caso de dudas.
Mucho se le ha criticado a la clase media venezolana su infinita paciencia ante los atropellos del régimen, su empeño en mantenerse apegada a una legalidad que el propio régimen no respeta.
Por el contrario el chavismo, que fue formado en las catacumbas de la conspiración, no siente el mismo recato por esas formas.
En este sentido el chavismo se ha formado bajo una concepción de “armas tomar”, literalmente.
Este chavismo que una vez fue la fuente de poder del régimen esta totalmente en rebeldía contra los herederos de Chávez.
Ellos son los más beligerantes a la hora de reclamar la discriminación y la corrupción en el reparto de comida.
O los primeros en denunciar al régimen por la entrega del Arco Minero de Guayana a las transnacionales.
No peor hay cuña que la del propio palo.
A estos chavistas rebeldes el régimen debería temer más que a la propia MUD.
Aún no sabemos cuál será la respuesta de la oposición si el régimen suspende el revocatorio.
Pero si tenemos la certeza que si el gobierno se empeña en negar las bolsas de comida a los chavistas descontentos sabrá lo que es la rabia popular multiplicada por 100.
El gobierno cree que discriminar la entrega de comida a quienes no lo critiquen le permitirá comprar lealtades.
Quizás no se dan cuenta que en esas mayorías que critican están los propios chavistas renegados que no se quedarán de brazos cruzados cuando alguien les venga con el cuento que no les venderán comida.
Meterse con el chavismo arrecho es lo último que le falta a este régimen que cada día se hunde más…
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