A pesar del gran rechazo popular el gobierno se resiste y se aferra al poder.
Y no solo eso.
También hace uso de toda la fuerza institucional para arremeter con la sociedad democrática.
El tener bajo su control al Tribunal Supremo de Justicia y las Fuerzas Armadas le dan al régimen un escudo de impunidad para ejercer la tiranía.
Frente a esta realidad la oposición y las fuerzas democráticas sólo cuentan con el masivo respaldo popular.
El régimen niega la expresión de ese poder popular cerrando todas las puertas a una salida democrática a la crisis política de legitimidad.
Lo hace porque saben que el resultado de esa consulta popular sería sacarlos completamente del poder.
Una de las cosas que debe entender la oposición es que la etapa de las opciones jurídico-legales se agotó y está totalmente negada por el régimen.
Esta es la hora de las opciones políticas.
Y la opción política por excelencia en situación de facto es la movilización popular, pacífica, ciudadana para presionar al régimen y provocar contradicciones internas que ayuden a su derrocamiento.
La tarea esencial de la oposición política es organizar la rabia popular para concentrar energías y derrotar la dictadura.
Y el escenario de esa confrontación final no será otro que las calles de Venezuela.
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