Lo que se vio ayer en la sede de la Asamblea Nacional es una pequeña muestra de lo que viene en las próximas semanas.
El régimen desesperado por retener el poder juega al caos y a la violencia.
Es su última carta.
Es el recurso final de quién sabe ya lo ha perdido todo, o casi todo.
Por alguna razón ayer se cruzaron los cables oficialistas en la AN.
Mientras Jorge Rodríguez liberó y movilizó a un grupo de malandros a la sede de la AN para amedrentar a los diputados de la oposición por otra parte los representantes del mismo régimen le reclamaban el saboteo y tratan de desmarcarse de las imágenes vergonzosas que recorrieron el mundo.
Patético.
Una pequeña banda de 50-60 antisociales sacados de los calabozos de Policaracas trataron de sabotear la sesión de la AN.
Se auto definieron como pueblo y entraron campantes a la sede del parlamento ante la mirada complaciente del general Zavarse y su cuadrilla de GNB que estaban allí para supuestamente proteger la inmunidad de los parlamentarios.
Luego de los saqueos e intentos de linchamientos a opositores (Caso de Jesús Montilla capturado in fraganti en cámara tratando de entregar al abogado Carlos Bravo a la jauría enardecida) le tocó a Jorge Rodríguez que recibir el reclamo de Héctor Rodríguez y acudir a la sede del parlamento a sacar a sus malandros.
Pero ya el daño estaba hecho.
Por si hacían falta pruebas, ayer las imágenes del asalto a la sede de la AN recorrían el mundo confirmando, como efectivamente ya se sabe, que Venezuela está gobernada por una dictadura.
Y que esta dictadura no escatima en usar delincuentes para sus siniestros propósitos.
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