Y muchos.
No solo son las pésimas e insalubres condiciones en los cuarteles.
Ni la disminución de las raciones de comida.
Ni recibir barritas de chocolate en lugar de una comida completa.
Ni el uso de equipo militar inservible para prácticas y simulacros.
Ni los actos de insubordinación permanente que de ser castigados no habría suficientes celdas de castigo.
A todo esto se suma la decepción y el desengaño de los soldados con un régimen que dice defender a los más humildes pero que solo ha servido para enriquecer a unos cuantos.
Y en esos cuantos, numerosos generales.
La fibra de lealtad de los militares con la revolución está rota desde hace mucho tiempo.
Y lo más grave es que el malestar y la indignación ahora se dirige a los generales corruptos que prostituyeron la institución.
Por eso el discurso del general Vladimir Padrino López ayer no puede pasar por debajo de la mesa.
No fue un discurso para los políticos.
Fue un mensaje agónico y desesperado de Comandante que mira impotente como se desmantela la institución entre la insubordinación, la corrupción y el caos.
Sería ingenuo pensar que los militares venezolanos son químicamente puros y están vacunados contra el peligroso virus del descontento.
De ser así Padrino López no habría hablado ayer ni Diosdado Cabello estaría pidiendo “calma y cordura” donde justamente hay malestar y descontento.
Los militares, a pesar de su uniforme, son venezolanos que tienen familias civiles que padecen las mismas miserias que el resto de la sociedad.
Pero para ellos la frustración es doble porque también tienen que cargar con los insultos en la calle de quienes los ven como títeres del régimen.
Esa contradicción de tener que defender a ciegas una dictadura en la cual ya no creen parece estar llegando a un punto de definición.
Esta situación parece estar resolviendose con la gran cantidad de militares de diferentes jerarquías que conversan sobre cómo aplicar las premisas del artículo 350 de la Constitución.
Así como el régimen ha desarrollado un golpe de estado y una dictadura inédita, atípica, con barniz democrático desde 1999, de la misma forma se puede anticipar que la sublevación de los militares contra la dictadura será inédita.
No esperen movimientos de tanquetas o desplazamientos de contingentes de una guarnición a otra.
No. Esta vez, muy posiblemente, será una huelga de brazos caídos para rehusarse a cumplir órdenes que van en contra de la Constitución y el estado de derecho.
Llegado el momento el alto mando militar y en especial el General Padrino López no podrán ignorar el reclamo de sus oficiales y soldados.
Hay una profunda crisis en el mundo militar.
Hay problemas.
Negarlos no ayudará en nada al régimen.
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