En una primera valoración, sin profundizar en los detalles, el régimen chavista a pesar de tener el rechazo del 90% de la población mantiene una posición de poder privilegiada. Factores de política interna y de política internacional así parecieran indicarlo.
En
lo interno el Estado chavista dispone a su antojo de un tinglado jurídico y
militar que le permite establecer una legalidad a su medida, la cual le es
impuesta por la fuerza militar al resto de los venezolanos. Además cuenta con
una falsa oposición complaciente siempre dispuesta a negociar su propia
subsistencia. Se podría decir que la elección de María Corina Machado como
candidata de la falsa oposición afecta de alguna manera al chavismo, pero
tomando en cuenta el marco legal en el cual esa candidatura está obligada a
moverse no llegará más lejos que lo que en su momento hicieron Francisco Arias Cárdenas
(¿se acuerdan?), Manuel Rosales y Henrique Capriles Radonski. En otras palabras,
la ilusión que despierta la candidatura de María Corina Machado llegará hasta
donde la legalidad chavista se lo permita.
Con esto
podemos decir en forma preliminar que, al menos en principio, el régimen
chavista a pesar de carecer de apoyo popular controla factores reales de poder
interno y su situación pareciera estable.
En cuanto a la
política exterior, ¿qué podría ser mejor para el régimen chavista que el haber
logrado que los Estados Unidos le haya levantado todas las sanciones y los
países europeos aún debatan sin resolver qué hacer? La actual coyuntura
internacional pone al Estado chavista en la cómoda postura de ser un suplidor
confiable de petróleo barato para los EEUU al tiempo que mantiene activos sus
acuerdos militares con China, Rusia, Irán y Cuba, todos adversarios
geopolíticos de los Estados Unidos. Con este cuadro internacional lo más
improbable es una intervención militar internacional y ni siquiera un bloqueo
comercial como ya se ha visto.
Pero detrás de
esta escena de aparente estabilidad hay otras dialécticas que están operando
con fuerza y de cuyo magma abrasador solo alcanzamos a ver las chispas, por
ahora. Aquí se atraviesa la indeseable e inoportuna escalada depredadora de
Guyana para arrebatarle el Esequibo a Venezuela aprovechándose de los errores y
las negligencias cometidas por Hugo Chávez como Presidente y Nicolás Maduro
como Canciller en el 2004. Esta escalada es un proceso sistemático y
acumulativo por parte de Guyana basándose en la invitación de Chávez a explotar
los recursos de la zona y de una política ingenua y entreguista de regalarle
petróleo a los países aliados de Guyana en el CARICOM a cambio de apoyar al
Estado chavista en foros internacionales como la OEA.
Lo que aquí
referimos no es ningún secreto de Estado. Esto ha venido ocurriendo ante los
ojos y la impotencia de millones de venezolanos conscientes que nada se puede
esperar del falso nacionalismo y patrioterismo chavista cuyas prácticas solo
han servido para vulnerar la integridad territorial, no solo haciéndole concesiones
a Guyana sino además entregando el control de las fronteras a grupos
guerrilleros, paramilitares y terroristas. No me dejarán mentir los periodistas
e investigadores que han documentado y publicado sobre estos eventos a lo largo
de estos penosos y vergonzosos 25 años de prácticas de fronteras abiertas con el
crimen.
Pero ¿acaso le
importa al chavismo atorrante y arrogante que la mayoría de los venezolanos los
vea como traidores a la patria? No. ¿Por qué? Porque al saberse con el control
del aparato militar el chavismo cree que, con desprecio y desvergüenza, puede
hacer lo que le dé la gana. Esto puede, perfectamente, llegar al límite de
sacrificar la integridad de la nación venezolana solo para salvar su
hipercorrupta y raquítica revolución.
Para comenzar
a desentrañar la pestilente viscosidad en la que se sumerge el chavismo es
preciso en este punto establecer una relación dialéctica entre la situación de
fortaleza aparente de un régimen que hace lo que le dá la gana y el arrebato
aventurero y suicida de someter el ejercicio de la soberanía nacional a una
consulta en referéndum. Estamos obligados a formularnos la siguiente pregunta
¿Por qué en esta situación de aparente fortaleza interna y externa el régimen
chavista se lanza en la aventura suicida de convocar a un referéndum consultivo
sobre El Esequibo como antesala a posibles incursiones armadas en la zona?
Hemos
argumentado que al chavismo nada le importa lo que opinen la mayoría de los
venezolanos porque no hay forma institucional para que esa opinión tenga algún
valor, como se ha demostrado en los anteriores fraudes electorales. ¿Por qué
ahora sí importa que los venezolanos vayan a votar en ese referéndum convocado
precisamente por quienes le cedieron públicamente a Guyana derechos de uso sobre
El Esequibo? ¿Por qué arriesgarse a convocar un evento electoral que es
rechazado por lo menos por el 50% de los venezolanos que lo ven como una
maniobra de política interna para suspender la farsa electoral del 2024? ¿Por
qué coquetear con la idea de una incursión armada contra Guyana conociendo las
graves deficiencias logísticas y operativas de las FANB chavistas? Y, lo más
grave, ¿Por qué jugar a una posible confrontación militar con Guyana cuando en
este preciso conflicto países aliados del régimen chavista tales como Rusia,
China, Irán, Cuba, Brasil y otros prefieren realinearse con Guyana o en el
mejor de los casos escudarse en una cómoda y sospechosa neutralidad que no
favorece los cálculos del chavismo?
La
respuesta a todas estas interrogantes nos la ofrece el presidente de la
Asamblea Nacional chavista, Jorge Rodríguez. Esto es para el chavismo la madre
de todas las batallas, un asunto de vida o muerte. No recuperar el Esequibo,
que en los cálculos internos del régimen ya se dá por perdido, sino mantener el
poder político interno en Venezuela. Sólo la racionalidad del pensamiento
barbárico chavista podría justificar cualquier cosa con tal y salvar su
lastimosa revolución, una guerra y sus consecuencias si fuere necesario.
Resulta evidente que lo del referéndum no es más que una burda maniobra para
tratar de crear un contexto en forma artificial que justifique concentrar más
poder aun y suspender cualquier evento electoral, incluso a la luz de la propia
legalidad chavista. Por eso pueden hacer con desenfado cualquier concesión a la
falsa oposición en los acuerdos con la certeza que no estarán obligados a
cumplirlos. Hasta habilitar a María Corina Machado como candidata, porque si no
hay elecciones ¿cuál sería el problema?
Hemos
dicho que el chavismo tiene el poder institucional para producir los resultados
electorales que quiera, en este referéndum o en la farsa electoral del 2024. Y
en efecto es así. Pero entonces ¿Por qué lanzarse en una aventura suicida y sin
retorno como la de poner a todo el país en pausa por el referéndum del
Esequibo? Porque el Estado chavista en crisis a quien le está hablando no es a
los venezolanos sino a sus propias clientelas y en especial a sus fuerzas
militares, las únicas que importa convencer que la revolución chavista luego de
25 años de fracaso aún tiene sentido.
Precisando
más aún esta tesis, no estamos de acuerdo con quienes ven en la convocatoria
del referéndum sobre El Esequibo un intento de levantar una ola de patriotismo
en Venezuela que permita a su vez lograr apoyos para el régimen. Sencillamente
no existen condiciones para ello y si aceptamos como una estimación muy
conservadora que por lo menos el 50% de los venezolanos rechaza referéndum, y posiblemente no votará, ya eso
de entrada se traduce en derrota para los propósitos propagandísticos del
régimen. El efecto de patriotismo y nacionalismo que en realidad busca el
Estado chavista es el que se pueda producir en el seno de sus propias fuerzas
militares donde las luchas internas y la desmoralización pueden anticipar un
colapso antes de que se haga el primer disparo.
Las
fuerzas militares son en verdad el último reducto de apoyo que le queda al
chavismo para seguir en el poder, en contra de la opinión de la mayoría de los
venezolanos. Sin ese soporte son nada. Para el chavismo, seguir en el poder
vale todo y hasta una guerra que, aunque se pierda como todos los fracasos
chavistas, sería presentada como una gesta heroica digna de celebrar.
Hemos llegado
a una coyuntura donde lo que se juega no es el Esequibo sino la supervivencia
de los vendepatria que lo entregaron y aun así quieren seguir en el poder. La
verdad, es mucho esperar. Pero ojalá que la falsa oposición pueda ver lo que
hay detrás de las chispas y no se extravíe en espejismos o se deje narcotizar
por los vapores decadentes del chavismo. Tenemos que concederle la razón a
Jorge Rodríguez. Luego de 25 años de barbarie y traición estamos frente a la
madre de todas las batallas. Sin duda, para el chavismo es un asunto de vida o
muerte.- @humbertotweets
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