Los venezolanos, bajo ninguna circunstancia, podemos aceptar el chantaje patriotero que pretende aplicar el régimen chavista con el referéndum sobre el Esequibo. Resulta obvio que el súbito interés que ahora muestra el chavismo para movilizar a la población no es precisamente motivado por la recuperación del Esequibo sino para emprender acciones que le permitan seguir en el poder.
En
nuestra opinión la convocatoria improvisada a este referéndum, con propósitos
de política interna, equivale al parapeto de Asamblea Constituyente que armó el
chavismo en el 2017 para procurarse un poder legislativo ad hoc a su medida. En ese momento, como ahora, políticos y juristas
se pronunciaron en contra de esa aberración jurídica que desafía toda
racionalidad, pero no la racionalidad chavista.
Por
supuesto, en esta oportunidad estamos frente a consecuencias mucho más graves
porque al juzgar el patrón de conducta que ha mantenido el chavismo en estas
dos décadas no resulta difícil anticipar que estamos frente a un régimen que no
dudara ni un minuto en declarar la guerra a Guyana para justificar internamente
seguir en el poder. Hay quienes dicen que el chavismo no llegará tan lejos
porque sería suicida y además porque los militares chavistas se opondrían a esa
guerra. Quienes así piensan no tienen la menor idea del grado de descomposición
moral y orgánica que atraviesan las FANB controladas directamente por Cuba.
Y
en la antesala para justificar una confrontación bélica con Guyana está el
referéndum que ha convocado el chavismo para movilizar a sus clientelas y
calentar motores. Esta jugada tiene varias aristas que revelan con claridad las
intenciones del régimen. No se trata tan solo de preparar el ambiente para
crear las condiciones que permitan suspender las garantías políticas ante un
estado de conmoción nacional falsamente fabricado. Es que a partir del
referéndum se desatará una campaña para separar a los venezolanos entre
patriotas y antipatriotas o lo que es lo mismo entre chavistas y no chavistas.
En
estas condiciones es una ingenuidad pensar que el chavismo irá a elecciones en
el 2024 para entregar el poder. Primero está el argumento del clima de
preguerra o de la guerra misma con Guyana que automáticamente llevaría a
suspender la farsa electoral para amarga decepción de la falsa oposición. Pero
si este conflicto se mantiene en los límites de la retórica beligerante contra
Guyana, tal como el chavismo ya nos tiene acostumbrados, es posible que se
animen a emprender su farsa electoral en un clima estrictamente controlado.
Esta sería una elección con casi todos los partidos de la falsa oposición
inhabilitados para postular y un candidato opositor que reúna las condiciones
que exige el patrioterismo chavista. No, esa candidata no sería María Corina Machado.
Cuando
explicamos la coyuntura con esta crudeza no faltan quienes nos acusan
gratuitamente de pesimistas, aguafiestas y exagerados. El argumento en contra
siempre gira en torno a la engañosa premisa “no creo que lleguen tan lejos” que
es una versión más moderna de aquella otra que con agudeza acuño Orlando Urdaneta
de “no vale, yo no creo”. Eran los tiempos cuando se decía que Hugo Chávez
impondría a sangre y fuego la peor tiranía que país alguno haya conocido.
Frente a estas expresiones de ingenuidad preferimos remitir a los ilusos a una
rápida revisión de nuestra historia reciente para constatar que efectivamente,
con tal y atornillarse en el poder, el chavismo sería capaz de eso y mucho más.
Por
eso nos sorprende que la falsa oposición siga esperanzada en los Acuerdos de
Barbados, cuyo éxito depende enteramente del chavismo, y no le haya dado
importancia al referéndum sobre el Esequibo como se evidenció en un comunicado
donde se lavan las manos, renuncian a fijar posición y dejan al criterio de
cada quien votar o no votar. Aun ilusionados con la esperanza de que el
chavismo les de unas elecciones más o menos decentes en el 2024, la falsa
oposición y su candidata equivocadamente optan por no fijar una posición frente
a la maniobra del referéndum.
La
posición correcta de una dirección política coherente y la de un estadista
habría sido interpretar el momento histórico que se vive y ponerse al frente de
ese gran movimiento nacional que se opone al referéndum chavista sobre el
Esequibo. Salir agazapados por la puerta de atrás y decir que no lo hacen
porque el foco son las elecciones del 2024 es no entender, ingenuamente, que el
chavismo hará lo que sea para seguir mandando en Venezuela. Hasta declarar la
guerra con Guyana, si es necesario.- @humbertotweets
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