Desde hace muchos años el chavismo hace aguas. Más del 80% de la población que lo rechaza lo sabe aunque no existan los mecanismos institucionales para constatar y procesar ese rechazo. Hace unas semanas el economista Luis Oliveros decía que “Maduro se acostumbró a vivir con sanciones”. Esa observación contiene una gran sabiduría porque revela la verdadera esencia y racionalidad del régimen chavista. Siguiendo esa perspectiva, nosotros agregamos que además el chavismo se acostumbró a vivir con un gran rechazo de los venezolanos porque dispone de la fuerza para hacerlo.
Ejercitar
una verdadera y genuina oposición en Venezuela no es fácil porque sencillamente
no hay garantías para nadie. Esto no es Colombia, Chile y menos Argentina, donde aún existe un Estado nacional y unas
instituciones que pueden garantizar y arbitrar los conflictos políticos. Por
eso es que un cambio dentro de esa “institucionalidad” que ofrece el chavismo
es improbable. Y por eso mismo es que cualquier crisis política o militar
dentro del régimen adquiere el mayor interés ya que abre la posibilidad de una
ruptura que permita el cambio político.
Muchas
de las cosas que hace el chavismo no están diseñadas en función de lo que
piense la población en general, que ampliamente le rechaza, sino en relación a
lo que piensan sus bases, clientelas, cuadros y operadores de los diferentes
niveles del aparato político-militar, porque es en esos espacios donde día a día
se decide la suerte del régimen.
Esto
explica porque el régimen chavista trata con más saña a los militares que se
sublevan llegando al extremo de justificar su asesinato. O por que castiga con
más rigor a quienes abandonan sus filas que a otros disidentes. El chavismo
está consciente de que un resquebrajamiento de ese ecosistema criminal
conduciría irreversiblemente a una derrota definitiva.
Tomemos
como ejemplo el referéndum sobre el Esequibo convocado por el chavismo para el
3 de diciembre. Más allá de la retórica pánfila y patriotera, la forma como el
chavismo ha convocado a este evento ha polarizado la opinión de los venezolanos
entre quienes lo apoyan como una forma disfrazada de apoyar al régimen y
quienes lo rechazan como expresión de rechazo al chavismo vendeptaria. En el
medio hay una minoría de políticos, intelectuales y académicos que, haciendo
abstracción del contexto político realmente existente, se inclina a participar
en el referéndum votando a unas preguntas SI y a otras NO.
Algunos
operadores del chavismo le advirtieron a Nicolás Maduro y Jorge Rodríguez sobre
la inconveniencia de hacer este referéndum, que podría llevar a mucha gente a
no participar solo para mostrar su rechazo al régimen. Pero consecuentes con su
racionalidad, y confirmando que poco o nada importa lo que piense la gente, la
macolla del régimen decidió no solo llevar adelante el referéndum sino además
polarizarlo entre quienes son patriotas y le apoyan y quienes no lo son y lo
cuestionan. Porque lo que en definitiva cuenta para ellos es lo que piensan los
elementos que integran ese ecosistema, no los demás.
Ese
conglomerado político-militar llamado “chavismo” viene dando muestras de
agotamiento, debilidad y crisis interna que hasta ahora han sido controladas a
sangre y fuego, pero cuya onda expansiva continúa, aumenta y se amplía. Eso explica algunos enigmas que persiguen al
régimen chavista tales como la no participación de Nicolás Maduro en actos
públicos militares, la inamovilidad de Vladimir Padrino López del Ministerio de
la Defensa a pesar de haber cumplido sus 30 años de carrera militar, la muerte
súbita y la desaparición inexplicada de altos jerarcas del chavismo (casos Lanz
y El Aissami), las pitas y abucheos a Maduro cada vez que atiende eventos con
militantes del PSUV, y la escasísima concurrencia de chavistas a eventos
públicos con Diosdado Cabello considerado el más popular del régimen, entre
muchas otras evidencias.
Pero
hay una que no podemos dejar de mencionar. El simulacro del referéndum sobre el
Esequibo realizado el pasado domingo 19 de noviembre. Como era de esperar se
trataba de un evento en el cual solo participarían los chavistas y aquellos
cercanos a las tesis del régimen sobre el Esequibo. La poca o nula
participación del resto de venezolanos que rechaza al régimen y su posición
vendepatria no podía sorprender a nadie. Lo que sin duda sorprendió fue la poca
participación de las bases y clientelas chavistas a un simulacro organizado
para calentar motores antes del 3 de diciembre.
El
simulacro del referéndum fue un colosal fracaso al punto que Jorge Rodríguez
celebró los resultados “históricos” sin anunciar cifras y al chavismo le tomó
casi una semana ponerse de acuerdo para maquillar unos números que ocultaran
las más dramática abstención.
Este
simulacro fue un entrenamiento en todo sentido para el chavismo porque
practicaron lo que eventualmente tendrán que hacer el próximo 3 de diciembre.
Aquí se regalaron cajas CLAP, bolsas de comida, pollo, arroz y se repartieron
amenazas a todos quienes están registrados en la base de datos Carnet de la
Patria como incentivos para votar en el simulacro. Los chavistas no votaron, no
aparecieron y se quedaron en sus casas. El Consejo Electoral chavista también
fue tomado por sorpresa ante la masiva ausencia de miembros de mesa y una gran
abstención que le ocupó varios días fabricar un resultado más o menos creíble,
no para la población, sino para ellos mismos y sobre todo para los militares.
Las FANB chavistas por su parte actuaron con relativa eficiencia ya que ante la
baja afluencia de electores poco o nada había por hacer ese día.
Lo
que ocurrió el 19 de noviembre es un anticipo de lo que ocurrirá el 3 de
diciembre. Más allá de las cajas CLAP, las bolsas de comida y las amenazas, muy
poca gente irá a votar, incluso chavistas. No porque la inmensa mayoría de los
venezolanos estemos deseando que se pierda el Esequibo para echarle la culpa al
chavismo, sino porque la mayoría de los venezolanos entiende que estamos frente
a una burda maniobra orquestada precisamente por quienes con su demagogia y
políticas erradas le entregaron ese territorio a Guyana.
Al
chavismo no le quedará otra alternativa, para tapar la derrota monumental del 3
de diciembre, que orquestar un megafraude electoral para ocultar los verdaderos
resultados de ese referéndum. Cuando se les enrostre la farsa es casi seguro
que respondan que la defensa de la patria bien vale un fraude o una mentira. El
problema es que esa mentira pretende justificar una confrontación con Guyana,
no para recuperar el Esequibo sino para darle una excusa más al chavismo que
quiere seguir en el poder. Es una mentira que no va a emboscar o engañar a
ningún venezolano consciente sino que intenta mantener desesperadamente la
cohesión de sectores militares que deberían estar debatiéndose, en este
momento, entre asumir la ruptura y salvar lo que queda o seguir bajo las
órdenes de un Comandante en Jefe negligente, incompetente y traidor a la
patria.- @humbertotweets
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