La descomposición y desmantelamiento que hoy sufre Venezuela no es el resultado de un mal gobierno. Sugerir que lo es simplifica la gravedad de la crisis hasta el punto de hacerle el juego al perverso esquema del régimen. Lo que tenemos en Venezuela es el producto de la sustitución del Estado nacional venezolano por otro de distinta naturaleza. Esta estructura con reconocimiento político y jurídico a nivel internacional es el Estado chavista, un poderoso tinglado de intereses criminales que sigue en el poder porque ha logrado doblegar a las Fuerzas Armadas Nacionales.
Un Estado,
cualquiera, con un gobierno de izquierda o de derecha de alguna forma trata de
mantenerse como una estructura política que defiende el interés nacional. Este
no es el caso del Estado chavista que aplica políticas socialistas y de
izquierda pero no para preservar el interés nacional sino más bien para
destruirlo.
El chavismo
actúa como un contrasentido o mejor decir como un absurdo de la política.
Pongamos por ejemplo a otros Estados parecidos al chavista tales como los de
Cuba y Nicaragua. En ambos casos se trata de Estados de clara orientación
socialista y naturaleza totalitaria. Se trata de Estados, que al igual que el
Estado chavista, tienen sometida a su población por vía de la violencia. Pero
hay una diferencia sustancial. Mientras las élites políticas de Cuba y
Nicaragua tratan de preservar la existencia de la estructura estatal para
lograr sus propósitos criminales, en Venezuela el chavismo desarrolla todo su
emprendimiento criminal al precio de destruir al propio Estado que le da
sustento a su régimen político.
No es ni
siquiera que los mafiosos que gobiernan Cuba y Nicaragua sean menos criminales
que los chavistas, es que hay una gran diferencia en la forma de saquear y
mantenerse en el poder. El chavismo parece estar poseído de un absoluto
inmediatismo o del convencimiento que en algún momento la gallina de los huevos
de oro dejará de funcionar por lo que a todos los niveles de la administración
lo que se impone es la lógica de raspar la olla y arrasar con todo.
Hoy Venezuela
es un país que cada día deja de ser. O como diría el profesor Agustín Blanco Muñoz,
sin exagerado dramatismo, somos un ex país. Aquí se padecen las tragedias de no
contar con instituciones que garanticen la seguridad y la convivencia pacífica.
Los insólitos problemas materiales derivados del saqueo chavista se expresan en
la falta de comida, electricidad, medicinas, transporte, agua, educación…más fácil
seria admitir que en la Venezuela chavista falta todo y eso ha llevado a la
población a soportar una existencia en términos de supervivencia donde cada día
que se vence a la muerte ya es victoria.
A esto hay que
agregar el debilitamiento y la inexistencia de instituciones públicas tales
como la justicia. Con grupos de operadores que actúan como verdaderas mafias en
su saqueo masivo y sistemático del erario nacional no hay nadie pensando en el
futuro de ese Estado. Ni siquiera Nicolás Maduro Presidente del gobierno, cuyo
entorno también exprime hasta la última gota de petrodólares para enriquecer sus
bolsillos aunque esto signifique la desaparición de la nación.
El Estado
nacional venezolano hace tiempo desapareció por allá por el año 1999 cuando
Hugo Chávez impuso su Constitución. Lo que presenciamos hoy día es la
desintegración de la nación venezolana con millones de venezolanos que huyen
masivamente ante la ausencia de condiciones materiales e institucionales para
vivir decentemente.
Algunos
chavistas necios como Diosdado Cabello celebran esta tragedia como un logro. En
su programa de televisión, exhibiendo con orgullo su ignorancia, Cabello
celebra que esos 8 millones de venezolanos hayan abandonado al país y les desea
que no vuelvan jamás. Y dice “ojala que se vayan más”. Diosdado, como la
mayoría de los operadores chavistas, de verdad cree que es posible tener un
Estado sin población. Muy pronto os chavistas también tendrán que preguntarse si es posible
tener un estado sin territorio cuando Guyana materialice la casi segura
mutilación del Esequibo con apoyo de la comunidad internacional.
Un Estado que
pierde su población y cuyas fronteras están gobernadas por grupos terroristas y
narcotraficantes es un Estado que solo tiene garantizada su desaparición. Este
Estado que se desvanece y que en ese proceso arrastra a la nación venezolana es
la evidencia de una crisis mucho más profunda de lo que la falsa oposición
quiere admitir. Si fuesen sinceros dejarían a un lado las demagógicas formas
electorales para ocuparse con urgencia de articular un plan de salvación
nacional que pase por la expulsión del chavismo del poder, más temprano que
tarde y antes de que ellos destruyan lo que queda.- @humbertotweets
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