A pesar de la astronómica impopularidad y rechazo del chavismo ¿por qué es tan difícil lograr un cambio de gobierno? Porque a diferencia de otros países en Venezuela no hay condiciones ni garantías para unas elecciones transparentes. No sólo eso, tampoco hay separación ni equilibrio entre los poderes públicos. Es muy improbable que haya un cambio cuando quien organiza la elección, cuenta los votos y adjudica los resultados sea básicamente la misma persona.
En términos de la pragmática política los
chavistas están haciendo todo lo que tienen que hacer para aferrarse al poder,
según su manual. En otras palabras, que nadie espere que el chavismo haga lo
mismo que hizo la clase política en 1998-1999 cuando se rindieron ante los pies
de Hugo Chávez. No, esta vez no será así.
Pero esa es
tan solo una parte del problema. A esto hay que agregar los bandazos y
desaciertos de la falsa oposición desde 1999. Con movimientos tácticos erráticos
que van desde embarcarse en aventuras golpistas, llamar a la abstención,
regresar a las negociaciones para finalmente morir aceptando unas elecciones
sin condiciones ni garantías.
La
incoherencia y los movimientos espasmódicos, sin una estrategia de largo plazo
han sido lo característico de esa falsa oposición. Pero hay otros factores que
pueden explicar su bancarrota actual y el por qué nos ha costado tanto salir
del chavismo.
A modo de
ejemplo podemos citar algunos. Subestimar a Hugo Chávez y al chavismo fue el
primero y quizás uno de los más decisivos. El empeño de buscar siempre a un
líder carismático que mueva a la gente, en lugar de definir una tesis política.
El cortoplacismo que siempre lleva a buscar atajos y salidas de última hora que
fracasan por improvisadas. El voluntarismo con su manía psicologista que todo
depende una mente positiva aunque el esfuerzo vaya en la dirección equivocada y
esté desconectado de la realidad.
Y la
desviación más recurrente de todas, la irresponsabilidad de la dirección
política ante el fracaso de todas sus iniciativas. Esa falsa oposición no solo
se niega a llevar adelante un debate serio para caracterizar al régimen y
establecer una estrategia para combatirlo sino que tampoco rinde cuentas de su
gestión. Así la falsa oposición sigue naufragando de un intento fallido al
siguiente, sin explicar y sin asumir responsabilidades.
Es más que
evidente la ausencia de una dirección política y de una estrategia para
enfrentar al régimen chavista. Y cuando se cree que hay un sector que podría
asumir esa exigente tarea este sucumbe rápidamente ante los vapores electorales
para ir a validarse en una elección Primaria precisamente con quienes llevan 23
años fracasando (¿Por qué María Corina? ¿Por qué?!).
Llevamos dos
décadas y no hemos avanzado. Por el contrario hemos retrocedido y perdido en
vidas y tiempo. Es el resultado de tener una conducción en las manos
equivocadas. Cuesta admitirlo, pero pareciera que la tarea que no hemos hecho
en 23 años tenemos que retomarla desde el punto cero.
Y si alguien
me pregunta, entonces ¿qué hacemos? Yo diría, aun admitiendo las dramáticas
urgencias del presente, que antes que salir frenéticamente corriendo a hacer
sin pensar, lo primero es detenerse, hacer una pausa, y entender. Entender la realidad en la que nos movemos,
con los pies en la tierra, sin falsas ilusiones. Entender dónde estamos y hacia
dónde queremos ir nos ayudaría a triturar las confusiones, definir un plan de
lucha y escoger los mejores para llevarlo a cabo. Pero lo primero, y lo más
modesto que podemos aspirar, es entender.- @humbertotweets
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