El prestigio,
la popularidad y el reconocimiento que hoy disfruta María Corina Machado tienen
una trayectoria. Tienen sus orígenes y desarrollo en sus posiciones firmes
contra el régimen chavista y su falsa oposición. Su posición política
sintetizada en la consigna “En Tiranía No Se Vota” la desmarcaba del elenco de
la falsa oposición electorera y la convirtieron en un referente para el país
que la distinguía como parte de una oposición radical. Radical porque
denunciaba las eternas negociaciones de la falsa oposición con el chavismo y su
recurrente vía electoral como salida a la crisis venezolana.
En su momento María
Corina apoyó, como la mayoría de los venezolanos, la intervención militar
internacional en Venezuela y la aplicación de sanciones contra el régimen
chavista. Ambas opciones se desinflaron por estrictas razones de la geopolítica
norteamericana, pero eso es otra discusión.
También apoyó con ilusión, como muchos, la aventura del Interinato de
Juan Guaidó con su promesa de establecer un gobierno fuera de Venezuela con
apoyo internacional para derrocar al régimen chavista. Este intento también
fracasó porque el gobierno interino degeneró en hamponato y desvió totalmente
su eje.
La bancarrota
moral y política del Interinato ha debido llevar a la prístina y beligerante María
Corina a un deslinde frontal con ese antro de corrupción. Pero no fue así. Por
razones que no están claras y menos aún se entienden ella prefirió refugiarse
en declaraciones genéricas y ambiguas sin diferenciarse con nitidez de esa
orgia de corrupción donde ni siquiera hay indicios que su grupo político haya
recibido algún beneficio. La que sí fue clara y sin lugar a dudas fue la
postura de su partido Vente Venezuela y la Fracción 16 de Julio en la Asamblea
Nacional que en lugar de votar en contra de la memoria y cuenta de Juan Guaidó
en su gestión del 2020 optaron en forma tímida por “salvar su voto”.
Para algunos
que en algún momento estuvimos cerca de su empeño político comenzaba a
percibirse un audaz intento de cruzar el pantano sin mancharse o el arte de
convivir con lo más granado de la falsa oposición sin rasguñar su impecable
imagen de coraje y radicalidad. Por ejemplo, la postura de María Corina Machado
frente al hamponato interino de Juan Guaidó y sus escándalos de corrupción no
ha sido suficientemente escrutada, porque de serlo habría que concluir que por
razones estrictamente pragmáticas ella y su grupo prefirieron pasar por debajo
de la mesa sin llamar la atención y sin romper con el símbolo de la degradación
política en la falsa oposición.
Pero sin duda
la acrobacia más audaz sería el doble
salto mortal de aspirar a convertirse en candidata de la falsa oposición en su
elección Primaria, sin que por ello se le asocie a la MUD, y al mismo tiempo
pretender participar dentro de la legalidad chavista, pero a medias. Todo en un
solo y ágil acto de prestidigitación. Por supuesto, para completar el acto María
Corina tendría que hábilmente pivotar sobre sus propias posturas anteriores
para lograr el giro sin que se vea el cambio. Una apuesta demasiado ambiciosa
como para pasar desapercibida ante los ojos de millones.
En toda la
trayectoria hay una ruptura y es el cambio de la postura “En Tiranía No Se
Vota” a “Está Bien Votar En Tiranía” porque es un voto en resistencia. Entre
una y otra postura no hubo transición sino un cambio abrupto que vendría a
completar su empeño en convertirse en la candidata de la falsa oposición y de
la MUD. Porque después de todo no se puede desconocer que quien gane esa
Primaria, si efectivamente se lleva a cabo, será el candidato de la falsa
oposición esto es de Acción Democrática, Voluntad Popular, Primero Justicia, Un
Nuevo Tiempo, Allup, Rosales, Borges, Capriles, etc. ¿Es a esto a lo que nos
convoca María Corina cuando nos invita a votar en la Primaria? ¿Necesitaba
realmente el reconocimiento de los capos de la falsa oposición para validar un
liderazgo que ella construyó precisamente luchando contra ellos? La mayoría de
quienes la han entrevistado últimamente son sus amigos o genuinamente les duele
como una promesa se diluye ante sus propios ojos y prefieren no hacerle estas
preguntas existenciales. Además porque es muy probable que ella tampoco tenga
una respuesta.
Las únicas que
están entusiasmadas con la Primaria y la candidatura de María Corina Machado
son las clientelas de los partidos de la MUD que ya se cambiaron de franela La
mayoría de los venezolanos ven con escepticismo e indiferencia toda esta farsa
electoral. En un intento por persuadir a los venezolanos que hay que votar María
Corina lanzó su provocador eslogan de “llegar hasta el final”, en otras
palabras que ella a diferencia de sus colegas de la falsa oposición si va a
ganar y a cobrar.
Pero luego de
23 años no hay nada más desacreditado que la tesis de la vía electoral, ni
aunque sea la propia María Corina quien la ofrezca. Por intuición o experiencia
los venezolanos perciben que el final del que habla María Corina tiene los
límites que impone la realidad. Ella en ningún caso podrá ir más rápido ni
llegar más lejos de lo que le permita la pseudo legalidad del régimen chavista
en la cual ella voluntariamente se mueve. Sugerir lo contrario es una fantasía,
intentarlo un suicidio. El único final que se puede anticipar es el de las
ilusiones electorales y la manía de buscar a un líder mesiánico que ofrece
milagrosamente resolver los problemas.
Quizás aún hay
algo de razón en la formulación teórica de llegar hasta el final como una forma
de encaminarse y emprender, sin dilaciones y con serenidad, lo que sigue
después.- @humbertotweets
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