Una pregunta que no puede evadirse a la hora de hacer análisis político en Venezuela es ¿Por qué el régimen chavista, a diferencia de otras tiranías, va a elecciones donde se enfrenta con otras opciones y a la final siempre las gana? ¿Por qué el chavismo, con todo el poder político y militar, se “arriesga” a contarse y perder en unas elecciones? Con todos los recursos militares, políticos y financieros el régimen chavista, desde tiempos de Hugo Chávez en la cúspide de su poder, ha podido optar por el modelo político cubano, por ejemplo, y saltarse todas las maromas electorales. ¿Por qué no lo hicieron ¿Por qué no lo hacen?
Hay
diferencias sustanciales entre el Estado chavista y otras tiranías que tienen
que ver con el entorno geopolítico y la morfología institucional de cada una.
Cuba, por ejemplo, aunque está en el área geográfica de influencia de los
Estados Unidos no representa ningún interés relevante para el imperio
norteamericano. Venezuela, por el contrario, incluso en la era chavista, ha
sido un proveedor estratégico y confiable de petróleo para los Estados Unidos,
a pesar de los ataques escatológicos que nunca pasan de ser meros formalismos
retóricos.
En el
desarrollo de esta confrontación entre los Estados Unidos y el chavismo, que se
ejercita en varios foros internacionales, este se ve precisado a cumplir
ciertos protocolos que le permitan seguir usando las credenciales de legalidad
y legitimidad frente a países aliados y
otros que no lo son. Precisamente la fórmula electoral le otorga al
Estado chavista las cualidades de legalidad y legitimidad en el concierto
internacional para ser reconocido como tal régimen político (más allá de la
aventura fallida del interinato de Juan Guaido desmontada por su inefectividad
por los propios Estados Unidos). Esto pone la discusión sobre Venezuela en una
posición muy cómoda para el chavismo porque parte del reconocimiento de un
sistema político que tiene “fallas” las cuales hay que mejorar. Otros dirán que
hay que ampliar las garantías políticas como si se tratara de algo que ya
existe y cuyo déficit hay que corregir.
Hacer
elecciones, aunque sean en un marco estrictamente controlado, le permite al
chavismo matar el argumento de los fundamentalistas democráticos que sin tomar
en cuenta la morfología del Estado chavista
solo se limitan a dar cuenta de un resultado electoral, porque a fin de cuentas
la voluntad del pueblo es la voluntad de Dios. Y si el chavismo sigue ganando
todas las elecciones que el propio chavismo organiza en Venezuela en lugar de
preguntarse por qué solo habría que resignarse a aceptar que Dios lo ha querido
así.
En lo interno
el chavismo necesita hacer elecciones, aunque estas sean amañadas, para
convencer a sus propias clientelas y persuadir a sus propias Fuerzas Armadas de
su origen popular. Las ideas de lo “democrático” y lo “popular” están
enraizadas en la cultura política de los venezolanos, de la cual las clientelas
chavistas forman parte. La fiesta, el carnaval, y el cotillón electoral son
ritos y fetiches necesarios, hasta para los chavistas, a la hora de la
consagración democrática. Las elecciones les sirven a las clientelas, civiles y
militares, del chavismo para justificarse a sí mismas, aunque nadie vote porque
lo que cuenta es el resultado adjudicado por la autoridad electoral.
Pero el
chavismo no podría darse el lujo de ir a unas elecciones para perder o para ver
su infecunda revolución bolivariana derrotada a los 5 años. Para satisfacer los
protocolos de legalidad y legitimidad tanto en la política internacional como
en la doméstica el chavismo solo puede ir a unas elecciones que ellos
organizan, según su conveniencia, y donde por supuesto también cuentan los
votos y adjudican los resultados. Solo así pueden repetir el milagro miles de
veces sin que pierda efectividad.
El controlar
todo el entramado político e institucional y manejar en forma directa a su
falsa oposición son garantías de que esas elecciones, así concebidas, jamás
serán un peligro para el Estado chavista. Sin embargo, el chavismo ha
demostrado una extraordinaria capacidad para sortear la adversidad de factores
geopolíticos y abortar crisis internas de índole civil y militar. Y no se puede
descartar que ellos se muevan a otras fórmulas de mayor control político y
social, donde quizás se mejore el mecanismo de sometimiento pero sin
desprenderse de la imagen democrática.
Mientras el
chavismo se presente a sí mismo como un régimen político con fallas, pero
legitimado electoralmente por el pueblo, y sea aceptado como tal en la
comunidad internacional siempre podrá colearse en las reuniones de los
fundamentalistas democráticos y presentar resultados electorales sin que nadie
se atreva a cuestionar las fallas de diseño del modelo que los generó. En esas
condiciones siempre será rentable políticamente para el chavismo hacer unas
elecciones trucadas o cualquier otra cosa que se le parezca.- @humbertotweets
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