El colapso de Venezuela es tan evidente que ha llevado a chavistas y
no chavistas a verse las caras en la calle para protestar contra un gobierno
que ha sido una tragedia para todos, aunque unos se hayan dado cuenta más
tarde. La desesperación y el sentido de urgencia para salir del chavismo es tan
grande que hay quienes, a pesar de las masivas evidencias del pasado, están
dispuestos a volver a creer en cualquier ilusión para súbitamente cambiar las
cosas, por vanas que estas sean.
Por eso
siempre hay que volver a lo mismo y recordar que el cortoplacismo y las
ilusiones de fórmulas milagrosas han sido poderosas taras para articular una
verdadera oposición contra el chavismo en Venezuela.
Hoy hay varias
ideas aureolares circulando que insinúan cambios inminentes en la política. Una
de ellas es la tesis de escoger un candidato unitario en una elección primaria
para enfrentar a Nicolás Maduro en 2024 como la fórmula mágica para sacar al
chavismo del poder. El peso de esta apuesta reside en el cálculo simplista de
que la gente no se abstenga y salga a votar por un candidato único opositor.
Esta tesis se
abstrae de la realidad institucional donde el chavismo controla todos los
poderes públicos, incluido el electoral, y dispone de los mecanismos para
producir decisiones legales a su medida. Pero aún apostando a la buena fe del
chavismo habría que tomar en cuenta el peso de más de 8 millones de venezolanos
fuera de Venezuela que no podrán ejercer su derecho al voto y su incidencia en
unas elecciones “normales”.
Calificados
voceros del chavismo han explicado en detalle cómo y por qué jamás entregarán
el poder. Y hay que creerles, porque al día de hoy tienen la fuerza para
hacerlo.
Una verdadera
oposición debería tomar todo esto en cuenta para formular un verdadero plan de
lucha política y no una mera lista de promesas y ofertas engañosas que tratan
de competir con la del chavismo.
Pero lo que
tenemos en Venezuela no es una verdadera oposición, sino una falsa que en lugar
de hablar con claridad prefiere fomentar falsas esperanzas de millones de
venezolanos que en su angustia y desesperación están dispuestos a aferrarse de
cualquier ilusión por vana y artificiosa que esta sea.
Más que un
engaño es una estafa decir que basta un candidato único y que la gente salga a
votar masivamente para ganarle electoralmente al chavismo. Sobre todo cuando
desde ya se admite que no hay condiciones ni garantías para una elección limpia
y transparente.
Una vez
conocido el inapelable resultado oficial de la “elección” del 2024 y que el
candidato o la candidata de la falsa oposición, aunque sea a regañadientes, le
reconozca el triunfo a Nicolás Maduro habrá que absorber y digerir el inmenso
valor pedagógico de la coyuntura. Y es que hay que tener presente y recordarle
a los operadores partidistas que los materiales de la política son las
realidades y no los buenos deseos ni las ilusiones.
No basta con
las buenas intenciones y la mente positiva para sacar al chavismo del poder. Es
preciso partir del reconocimiento de realidades materiales que por muy
escabrosas y desalentadoras que parezcan nos permitirían articular políticas
con los pies en la tierra y no seguir divagando en las nubes de las ideas
areolares y las falsas ilusiones. @humbertotweets
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