El chavismo se autodefine como de izquierda blandiendo las banderas de lo que ellos llaman el socialismo del siglo XXI. En nombre de este adjetivado socialismo tan peculiar los trabajadores venezolanos ganan 5 dólares o menos al mes, la economía ha sido destruida dejando a millones de venezolanos en la más absoluta miseria y la deuda externa, según estimaciones del Banco Mundial, superan los 180 mil millones de dólares.
Todavía quedan
en Venezuela algunos militantes marxistas que se preguntan qué tipo de
socialismo es este que pone todo su empeño en destruir a la clase obrera para
privilegiar las formas más salvajes y parasitarias de capitalismo con una
economía que solo recibe masas de circulante provenientes del propio Estado o
de la actividad especulativa financiera.
El resultado
de este socialismo a la chavista ha sido la conformación de nuevas burguesías
que dependen de los negocios y contratos con el gobierno ejerciendo privilegios
que les están negados al resto de los venezolanos. En el otro extremo está el
99% de la población que no tiene acceso a esa economía que gira en torno a los
bodegones, restaurantes de lujo y ventas de carros importados.
Para corregir
o tratar de paliar esa inmensa brecha el chavismo ha tenido que apelar a planes
provisionales de contingencia para compensar las inequidades. No es nada nuevo.
Son los mismos programas sociales que funcionaban en la era del Estado de
partidos en forma de subsidios y becas para los más necesitados.
Hoy estos
programas bajo el socialismo chavista solo han cambiado de nombre y se han
adecuado a un propósito partidista mucho más explícito. Las cajitas de comida
CLAP y los bonos a través del carnet de la patria son buenos ejemplos.
Al igual que
en el Estado de partidos, estos programas sociales que usa el chavismo hoy no
buscan la independencia económica de los venezolanos, sino más bien su
esclavitud y sometimiento.
El modelo
instaurado desde 1999 en Venezuela ha fracasado política y económicamente. Y
este desmantelamiento comenzó muchos años antes de que se le impusieran
sanciones económicas al gobierno chavista en Venezuela. De manera que es lógico
preguntarse ¿Qué pasó con todos esos ingresos extraordinarios que tuvo Venezuela
en los primeros 15 años cuando el chavismo no tuvo que enfrentar ningún tipo de
sanciones internacionales?
El modelo de
capitalismo de Estado, de inspiración marxista y con los agregados de la
socialdemocracia es lo que hemos tenido en Venezuela desde 1959. Este modelo
continúa en forma invariable con el chavismo desde 1999 y hasta nuestros días
con el único ajuste en lo político de ir de un esquema de Estado de partidos a
un Estado de partido único.
Quizás por
pertenecer a la misma familia de pensamiento económico y social, donde el
Estado benefactor es el gran redistribuidor de la riqueza y el gran repartidor
de prebendas a las clientelas, es por lo que casi no se pueden apreciar las
diferencias entre el chavismo y su falsa oposición.
Tanto chavistas
como falsos opositores, ambos exponentes de ideas etiquetadas como de izquierda
y centro izquierda, se disputan ante los venezolanos quién será más y mejor
repartidor de recursos. Aquí estamos frente a una misma política con dos
matices. Ambos fallan en proponerle a Venezuela un desenganche definitivo con
la demagogia, el populismo y el clientelismo. Ninguno habla de cómo Venezuela,
con sus recursos naturales, podría ser una potencia económica e industrial en
la América Hispana.- @humbertotweets
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