A
riesgo de que me llamen iluso, romántico o teórico soy un convencido que si es
posible hacer política con un alto sentido de la moral. El pragmatismo político
asocia el ejercicio de la política a la mentira, la trampa y la zancadilla. Una
pésima interpretación de El Príncipe de Nicolás Maquiavelo asegura que el fin
justifica los medios con la pretensión de que cualquier atrocidad física o
moral es aceptable para lograr un propósito político.
Bajo
la barbarie del chavismo en Venezuela se ha reducido el ejercicio de la
política a un vulgar acto de pillaje. Pero esa banalización del concepto de la
política no sólo es atribuible a los operadores del régimen. Igualmente la
oposición electoral ha contribuido a degradar el sentido de la política al
realizar las más insólitas piruetas políticas para llegar al gobierno.
El
chavismo que dice ser socialista improvisa decisiones de gobierno que no son ni
socialistas ni capitalistas. Para ellos lo mismo da ser una cosa u otra con tal
y seguir saqueando el tesoro nacional en nombre de una revolución que no existe
ni siquiera en el papel.
Por
su parte los partidos agrupados en la Mesa de la Unidad operan como una alianza
de intereses grupales para tratar de ponerle la mano al gobierno. En nombre de
la falsa unidad allí conviven posiciones políticas variopintas de izquierda y
derecha, diversas formas de hacer oposición la mayoría colaboracionistas y
conciliadoras. Difícilmente podrá salir de esa viscosa y tóxica tizana la fibra
para derrocar la dictadura y recomponer la república.
Mientras
el país literalmente se desangra el régimen y la MUD siguen disfrutando de su
conveniente cogobierno. La dictadura despliega toda serie de maniobras para
seguir en el poder en contra del 80% del país, con políticas que van en contra
del sentido común y con el solo apoyo de la cúpula militar. Por su parte, la
MUD se diluye en sus propias contradicciones pero defiende a muerte su derecho
a recibir migajas del régimen en forma de gobernaciones, alcaldías o contratos.
El
gobierno ha sabido manipular las ansias de poder que medran en la MUD. Por eso
usa eficientemente la política del garrote y la zanahoria. Ejerce una represión
selectiva sobre algunos elementos de la MUD y luego les ofrece elecciones y
prebendas para que estos sigan operando como sus propagandistas. Este es el contexto real de
las negociaciones.
La
MUD asiste a estas sesiones de “diálogo” con el régimen en una posición de
evidente debilidad. Por el discurso y las acciones de sus operadores ya se sabe
que independientemente de lo que se decida en estos acuerdos la MUD ya tiene
una decisión tomada de ir a las elecciones presidenciales del 2018. Y el
gobierno lo sabe. Con esa certeza el régimen no tiene incentivos para darles
migajas mayores a la MUD que no pasen de concesiones burocráticas seguramente
limitadas a aumentar la cuota opositora en el CNE.
A
cambio el régimen no solo se asegura la obediencia absoluta de la MUD sino que
la convierte en defensora de la estafa electoral de la dictadura. Llamar a votar en elecciones con la palabra de Maduro,
Cabello y El Aissami como garantías electorales es tan solo la cuota inicial
del pago que se le exige a la MUD. A esto habrá que sumar la disposición que
hay en la Asamblea Nacional a aprobar nuevos endeudamientos al régimen y
pedirle a la comunidad internacional que modere las presiones.
Mientras
la inmoralidad sea la que presida las negociaciones entre gobierno y MUD ningún
cambio político profundo será viable. Solo está asegurada la cohabitación. @humbertotweets
No hay comentarios.:
Publicar un comentario