Sin
el chantaje de los militares sobre la población civil no estaríamos viviendo
esta pesadilla. En una república democrática y de leyes la fuerza armada
estaría al servicio de la institucionalidad, no del partido gobernante. Ese no
es el caso de Venezuela, donde el chavismo convirtió las FANB en el ala militar
de su partido.
El
apoyo de los militares al régimen no se fundamenta en una posición política ni
en una convicción ideológica. Por el contrario, ese respaldo ha sido cosechado
sobre la base de una corrupción masiva que ha pervertido la función de los militares. Las formas varían según la
jerarquía.
Los
de rango elevado participan de esquemas complejos de manipulación financiera
con bonos de la república, dólares preferenciales y narcolavado. Luego están
los que se benefician del manejo de recursos públicos sin ningún tipo de
control fiscal. Y en la base de la pirámide están los que no pueden recibir las
migajas sobrantes y se les asigna en puestos de control, alcabalas, aeropuertos
y aduanas para que extorsionen a los ciudadanos y completen su salario.
Toda
esta trama ha enhebrado a cada uno de los oficiales con mando de tropa en las
FANB a un nivel de comicidad del cual es prácticamente imposible zafarse a
menos que se esté dispuesto a convertirse en testigo protegido del gobierno
norteamericano.
El
régimen ha sido muy diligente para promover la corrupción masiva en el seno de
las FANB y así asegurarse en forma casi automática apoyos y vencer cualquier
tipo de disidencia. Esta política de comprar el apoyo de los militares ha
funcionado porque que está montada en la naturaleza rentista del estado
venezolano que permite el fácil acceso a petrodólares y divisas para su
operación.
Pero
el colapso financiero de Venezuela podría darle un giro violento e inesperado
al apoyo servil de los militares al régimen. Y el default es tan solo uno de
los múltiples eventos desencadenantes de ese colapso. El default es la imposibilidad material que
enfrenta la república para pagar sus deudas. En otras palabras las reservas en
dólares no son suficientes para pagar los bonos de deuda ni sus intereses. Esto
provocará que los acreedores declaren formalmente que Venezuela está en default
y esto a su vez lleve al cierre de líneas de crédito y préstamos a la república
Este
torniquete financiero tendrá un severo impacto en todo el país y sin duda
afectará operaciones de corrupción y narcolavado que permiten el lucro de
amplios sectores en las fuerzas armadas. Hasta ahora los efectivos militares
han vivido en una burbuja, aislados de la realidad, evadiendo las penurias de
la crisis que afecta al resto de los venezolanos. Pero eso está llegando a su
final.
El
default significa que no habrá dinero real para pagarles a los soldados.
Tendrán que pagarles con precarias bolsas de comida. Tampoco habrá recursos
para sostener el entramado de corrupción militar que opera desde los más altos
niveles hasta alcabalas y aduanas. La complicidad de esas fraternidades será
sometida a prueba en una lucha sin cuartel entre los militares que aún tienen
acceso al botín y los que no. El default podría provocar una importante
fractura en la estructura de una FANB que vive del clientelismo en la
corrupción.
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