Mientras
la república colapsa y el régimen consolida su poder político y militar, la MUD
implosiona al quedarse sin tesis ni respuestas para salir de la crisis. Primero
por miopía y luego por conveniencia la Mesa de la Unidad Democrática siempre
apostó a una salida electoral de la dictadura. Esta historia de elecciones
fraudulentas, que casi siempre gana el chavismo y de vez en cuando le adjudican
algo a la oposición, lleva ya dieciocho años.
Durante
este tiempo el discurso de la falsa oposición ha sido llamar a las elecciones
como una vía para derrotar el régimen. El problema es que bien temprano el
régimen secuestro todos los poderes y aunque la mayoría del país este en su
contra, como ocurre ahora, no es posible comprobarlo electoralmente porque
todas las instancias del estado operan en su favor.
Por
esta vía podemos seguir asistiendo a eventos electorales durante 20 años más y
los resultados serán idénticos. El poder seguirá en manos del chavismo ahora
con sus mutaciones maduristas o diosdadistas con una oposición amaestrada para
protestar dentro de los rígidos límites que le permite el régimen, pero sin
posibilidad alguna de llegar al gobierno.
Por
la vía de provocar situaciones que se presentan como definitivas (Constituyente
y elecciones fraudulentas, por ejemplo)
el régimen ha seguido una estrategia coherente para mantenerse en el
poder a pesar de ser una evidente minoría del país. Se han inventado una pseudo
legalidad, en la cual participa la MUD, que les da la excusa para usar el poder
militar en su beneficio y en contra de la población civil.
Es
una necedad que la MUD insista en forma fetichista con la consigna voto, voto,
voto, cuando lo que tiene al frente es una batería de cañones. La única explicación
lógica a este comportamiento es que efectivamente la MUD y sus partidos ya
decidieron entregar la lucha y claudicar para sobrevivir políticamente en una
nueva situación política de cohabitación con el chavismo.
En
este contexto seguir llamando a elecciones como la única vía para enfrentar a
la dictadura no es sino hacerle el juego a la estrategia hegemónica del régimen
que ahora usa como sus propios agentes a operadores de la MUD que tratan de
influir sobre el resto de la oposición. En este sentido la narrativa de la MUD
ha sido muy útil para confundir y desmovilizar a amplios sectores que
efectivamente quieren una salida pacífica a este conflicto.
Para
articular una nueva estrategia de poder desde la oposición venezolana lo
primero es entender que la salida de este régimen no será electoral. Esto ayudaría
poner la situación en una perspectiva más realista para valorar lo que se
tienen y lo que se necesita para derrocar a la tiranía. Partiendo de esa
premisa habría que invertir más energías en la organización de la lucha
ciudadana para energizar la protesta social en lugar de propagar el
adormecimiento de la gente ante una falsa expectativa de cambio electoral.
Igualmente
esto permitiría coordinar iniciativas con la comunidad internacional para
aumentar medidas de presión sobre la dictadura de Venezuela sin descartar una
intervención directa para detener su colapso y que sus nefastos efectos se
propaguen a otros países de la región.
Las
consignas electoreras durante dieciocho años solo han servido para que metamos
la cabeza debajo de la tierra y mientras la dictadura se consolida en el poder.
Asumir que no hay salida electoral al conflicto político en Venezuela significa
asumir la realidad tal como es, sin maquillaje, para entenderla, estudiarla y
transformarla. No para negarla. @humbertotweets
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