Sin
duda es muy difícil combatir a dos enemigos al mismo tiempo. Eso es totalmente
contraproducente para cualquier estrategia política o militar. Pero esta ley de
la guerra no debe empañar el juicio para caracterizar correctamente a un
enemigo único que se presenta como dos cabezas del mismo monstruo.
Ese
es el dilema que tenemos en Venezuela a la hora de luchar contra la dictadura
chavista y desmarcarnos de la oposición colaboracionista de la MUD. Hay quienes
dicen, con buena intención pero absoluta ignorancia de la política y la guerra
que mientras la oposición permanezca dividida no será posible derrotar al
régimen. Esto significa la oposición en su sentido más amplio, como un saco de
gatos donde todos caben: Los opositores de verdad y los colaboracionistas.
Bajo
esa falacia siempre se invoca la unidad de la oposición para enfrentar al
chavismo, pero en realidad se trata de una falsa unidad oportunista y electoral
que le hace el juego al propio chavismo. Son quienes arbitrariamente desde la
MUD se han atribuido la condición de representar a millones de opositores para
defender una agenda de negociación que solo beneficia al régimen.
Es
vital declararle la guerra a la falsa oposición porque su efecto tóxico es más
perverso y devastador que el propio chavismo al propagar falsas ilusiones
electorales que terminan atornillando al régimen. Además su papel para
confundir ha sido instrumental. Unas veces llamando a votar aunque no haya las más
mínimas garantías políticas ni electorales. Otras simulando promover la
abstención, pero postulando candidatos, a escondidas, a través de otros partidos como lo hicieron
recientemente en las elecciones de alcaldes.
Mientras
el país colapsa con sus instituciones y servicios, sin dinero, ni comida, ni
medicinas, ni gasolina esa falsa oposición invierte su desprestigiado capital
político tratando de negociar con el régimen una salida electoral que siempre
será en los términos que favorezcan al estado chavista para nunca entregar el
poder. La gente en la calle está enardecida y se siente frustrada e impotente
ante tanto engaño y traición. Pero los partidos de la MUD prefieren jugar a
desmovilizar la protesta para tratar de complacer a un gobierno que les sigue
ofreciendo muestras públicas de desprecio ante tanta sumisión (hasta inhabilitaron
electoralmente a los partidos de la MUD!).
Lo
que podría explicar esa apuesta a la servidumbre voluntaria que hace la MUD
como su estrategia política elite es su exclusivo interés en ir a una
transición de gobierno que les permita heredar los privilegios que hoy tiene el
estado chavista. Pero no es una transición para que todo siga igual en un
estado secuestrado por el clientelismo partidista, hoy rojo y mañana de otro
color, lo que necesitamos. Es una ruptura con el estado chavista que permita
avanzar para refundar la república sobre bases democráticas, éticas y
constitucionales con separación absoluta e independencia de poderes públicos.
No
se trata de una batalla contra dos adversarios. Se trata de enfrentar dos
formas de hacer política que significan el mismo modelo de corrupción que
representan el régimen chavista y los partidos de la MUD. Por eso ambas
facciones coinciden en buscar formas de cohabitación política que eventualmente
lleven a una supuesta “transición democrática” @humbertotweets
No hay comentarios.:
Publicar un comentario