No se discute el deseo de millones de venezolanos en querer salir de la pesadilla que ha significado el chavismo en estos 25 años para Venezuela.
A partir de esta
definición se abren varios cursos de acción o inclusive de inacción.
Independientemente
de que nos decantemos por unos y no por otros lo que si definitivamente no
llevará a ninguna parte es falsear la realidad para alentar nuestro deseo de
cambio.
Cualquier intento
serio para sacar al chavismo del poder debe partir de un crudo reconocimiento
de la realidad que se nos presenta. Sin adornos ni edulcorantes.
En medio de la más
absoluta ausencia de condiciones y garantías electorales quienes en forma
entusiasta apoyan la candidatura de Edmundo Gonzalez aseguran que voto mata
fraude.
Lo que quieren
decir es que una masiva, histórica y épica avalancha de votos puede, como
realidad no como hipótesis, vencer cualquier tipo de fraude. ¿Es eso incluso
posible?
Con el mismo
entusiasmo y desbordado optimismo, tomando como un irreversible hecho cumplido
el triunfo el 28 de julio, quienes aúpan a Gonzalez ya comenzaron a hablar y
hacer planes para una transición que tardaría 6 largos meses y se concretaría
en Enero del 2025.
El gobierno de Nicolás
Maduro con todos los hilos del poder institucional en sus manos no ha mostrado
ningún interés en ceder el poder.
Una transición de
régimen político como las que se han conocido hasta ahora y como la que se
pretende en Venezuela requiere un mínimo de acuerdo y coordinación entre
quienes entregan y quienes asumen el poder. Sin eso estaríamos frente a otra
cosa.
Alguien en el
equipo de Edmundo Gonzalez se percató que una transición no se puede hacer con
la voluntad exclusiva de una sola de las partes. Quizás por ello ahora
acompañan el discurso de la transición con promesas efusivas de perdón y
justicia transicional para los miembros del gobierno.
El tono de la
oferta es más el de un incentivo que el de una certeza. En otras palabras,
sería la oferta anticipada de perdón la que contendría toda la potencia para
animar a miembros del actual gobierno a ceder el poder y embarcarse en un
proceso de transición.
El discurso de la
transición antes del 28 de julio se parece más a una profecía autocumplida para
animar el optimismo de sus proponentes que una oferta aceptable por quienes hoy
detentan el poder político en Venezuela.
Como toda promesa
falsa, la de la transición también parte de supuestos falsos porque no es
cierto que exista la disposición por parte de personeros del actual gobierno
para entregar el poder.
Las profecías autocumplidas y otras
estratagemas similares están diseñadas para promover un falso optimismo que
luego es irreversiblemente destrozado por la realidad.
El juego político en Venezuela
seguirá siendo brutalmente inequitativo mientras el chavismo se beneficie de
los errores que le obsequia cierta “oposición”.- @humbertotweets
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