Lo que más sobresale en las difíciles relaciones entre los Estados Unidos y Venezuela en los últimos 25 años es precisamente la ausencia de una política por parte de la potencia del Norte hacia uno de sus vecinos más importantes.
El Departamento de
Estado Norteamericano ha tomado las más diversas medidas que van desde la
prudente distensión a las sanciones económicas pasando por periodos de
negociaciones. Pero estas medidas más de tipo coyuntural y ejecutadas en forma
espasmódica carecen totalmente de un diseño de política de Estado pensada a
largo plazo.
Sin embargo, estas
medidas a lo largo de estos 25 años han sido consistentes en reconocer siempre
el papel de Venezuela como un suplidor confiable de petróleo para los Estados
Unidos, a pesar de las militantes simpatías que públicamente expresa el
gobierno venezolano hacia regímenes que se definen abiertamente como
adversarios políticos y militares de los EEUU tales como China, Rusia e Irán.
Esto contradice los
ataques verbales que frecuentemente intercambian Washington y Caracas e incluso
la aparente política de sancionar al gobierno venezolano para presionar por
unas elecciones más competitivas.
Los voceros del
gobierno aseguran que Edmundo Gonzalez, el candidato presidencial de la PU/MUD
es un “títere del imperialismo norteamericano”. Habría que examinar cómo el
gobierno norteamericano “ayuda” a su candidato honrando su promesa de imponer
más sanciones contra el gobierno de Nicolás Maduro si no permite unas elecciones
competitivas.
Pero lejos de cumplir
con lo prometido los EEUU han emprendido un proceso de levantar todas las
medidas contra el gobierno venezolano por la vía de otorgar excepciones a más
de una decena de transnacionales para que puedan libremente continuar sus
operaciones en Venezuela.
El subsecretario de
Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental de Estados Unidos, Brian A.
Nichols ha dicho “...no voy a predecir
qué medidas vamos a tomar sobre las elecciones del 28 de julio en Venezuela.
Hay muchas políticas y estas siguen en curso…”.
Ciertamente, parte
de esas medidas en curso han sido el otorgamiento de licencias y excepciones a
empresas transnacionales para que continúen explotando petróleo en Venezuela y
otras para que inicien operaciones, tal como ha ocurrido recientemente con la
British Petroleum y la empresa energética estatal de Trinidad y Tobago NGC
cuyas autorizaciones tendrían vigencia hasta el 2025.
Una cosa parece
decir Nichols, con suficiente ambigüedad, que al mismo tiempo cubre lo que hace
la OFAC evidenciando una absoluta coherencia detrás de una aparente
contradicción. Un gobierno que concede licencias a empresas para operar en
Venezuela hasta el año 2025 no parece tener interés en ayudar a su supuesto
“candidato títere" y menos aún mostrar confianza en su victoria electoral
el 28 de julio. Definitivamente los
cálculos de los EEUU apuntan a un mantenimiento del statu quo político en Venezuela.
John Maisto
entonces embajador de Venezuela, aludiendo a Hugo Chávez, decía en el año 2000
“...miren sus manos, no sus labios”. Se trata de una inveterada praxis en la
Geopolítica mundial adoptada por el Departamento de Estado Norteamericano. Más allá de lo que se dice, lo que cuenta es
lo que se hace.- @humbertotweets
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